Cualquiera podría pensar que
los siguientes pasos en la exploración humana del cosmos deberían ser la
conquista de nuestros planetas vecinos Venus y Marte. Ciertamente, por
"cercanía", así debiera ser. Pero hay que tener en cuenta que las
distancias en el espacio interplanetario son de una magnitud mucho mayor que la
que nos separa de nuestro satélite. Así, con la tecnología que nos llevó a la Luna en un viaje de una
semana aproximadamente, incluyendo ida, vuelta y estancia, no tardaríamos menos
de cuatro meses en llegar a Venus y entre seis y siete a Marte (solo ida).
Alguien puede pensar que es demasiado tiempo y que ello se debe a que se
utilizan órbitas que economizan combustible, lo cual es adecuado para sondas
automáticas, pequeñas, con poca capacidad de almacenamiento de combustible y
sin prisa por llegar. Y que en el caso de un vuelo tripulado primaría la
rapidez, y se podría dotar de grandes depósitos a una nave igualmente grande,
ensamblada en órbita después de varios lanzamientos. Cierto. Pero, en cualquier
caso, no se puede hacer un "disparo" directo a Marte o Venus, ya que
los planetas también se mueven muy rápido y cuando la nave llegara allí, el
planeta ya se habría ido. Así, en realidad, cuando se lanza una nave hacia un
planeta, lo que hay que hacer es impulsarla a una trayectoria de
"persecución", la cual dirigirá al aparato al lugar donde se
encontrará el planeta en el momento calculado. Sin contar con que, para la cita
orbital, la nave deberá frenar, puesto que de mantener su velocidad de crucero,
pasaría de largo. Ello requiere más gasto de combustible y más tiempo. Por
ello, hay que diseñar viajes en los que todos estos parámetros queden
equilibrados. En los vuelos interplanetarios podríamos decir que "no por
correr más, vas a llegar antes".
Otro problema importante es la
vuelta. Una vez hayamos conseguido llegar y posarnos sobre el planeta, la
dificultad estribará en abandonarlo para poder regresar a la Tierra. No hay más que
pensar en la enorme infraestructura tecnológica e industrial que requieren los
lanzamientos de cohetes desde la Tierra. Nada de eso se va a encontrar aquel que
aterrice en Marte o Venus. Este último tiene una masa y, por tanto, una fuerza
gravitatoria semejantes a las de la
Tierra, con lo que haría falta un cohete mediano -tipo Soyuz
o Atlas- para que una tripulación en la superficie de Venus pudiera alcanzar la
órbita y ser transferida a su nave principal para regresar a la Tierra. En el caso de
Marte -la mitad de la Tierra,
aproximadamente-, la situación es algo más favorable, pudiendo implementarse
vuelos múltiples que incluyeran una nave de regreso estacionada previamente,
como propone el proyecto "Mars Direct".
Y todo ello sin contar las
penosas condiciones que se encontrarían los viajeros espaciales en esos
desolados paisajes planetarios. Sobre todo en Venus, cuyas infernales
condiciones de temperatura y presión hacen desaconsejable permanecer en él
durante mucho tiempo. Marte, sin embargo, tendría potenciales condiciones para
ser colonizado y convertido en habitable, pero hoy por hoy, como señalan muchos
científicos, para la exploración de estos planetas es más eficiente y económico
el uso de robots y naves automáticas.
Apollo
Applications Program
Sin embargo, a lo largo de la
historia de los viajes espaciales siempre se ha contemplado el vuelo tripulado
como la culminación deseable y necesaria de todo proyecto de exploración.
Independientemente de la necesidad propagandística y política de hazañas
históricas durante la carrera espacial, los vuelos tripulados siempre han
ocupado un lugar privilegiado en la conquista del espacio y han tenido una gran
repercusión en la opinión pública.
Convivencia de rusos y americanos en la misión Apolo-Soyuz |
Por ello, ya desde los albores
del Programa Apolo, que llevaría a unos cuantos seres humanos a la Luna, se encargó a un equipo
de asesores que estudiaran futuras aplicaciones para la tecnología y hardware desarrollados durante el mismo.
Una de las más obvias aplicaciones era la de disponer de un sistema
(Apolo-Saturno) para viajar a la órbita terrestre y, en su caso, realizar
acoplamientos con otras naves, como ocurriera en los vuelos a la estación
Skylab y en la misión
conjunta Apolo-Soyuz. Este sistema se utilizó en la primera mitad de la década
de los setenta, pero fue abandonado en favor del, por aquel entonces,
incipiente proyecto del transbordador espacial. Irónicamente, en la actualidad,
una vez retirados los transbordadores, la comunicación con la órbita terrestre
se realiza con los clásicos Soyuz, equivalente ruso del mencionado Apolo.
Pero una de las más llamativas
propuestas -que nunca llegó a realizarse, por supuesto- del Programa de Aplicaciones
del Apolo, es el conocido como Manned Venus Flyby. Un flyby, como ya se explicó
en algún artículo de la serie "Siete minutos de terror...", es el vuelo de aproximación o sobrevuelo que
realiza una nave cuando, en su viaje, pasa cerca de un cuerpo celeste sin
llegar a entrar en órbita alrededor del mismo. Esto lo hicieron, por ejemplo,
Mariner 2 y Mariner 4, en Venus y Marte, respectivamente.
El Sobrevuelo Tripulado a Venus
utilizaría una etapa superior Saturno IV B del cohete Saturno V como "wet
workshop", un módulo de transición que ocuparía el lugar del LM(Lunar
Module) en su adaptador (SLA-Spacecraft Lunar module Adapter) y el CSM(Módulo
de Mando y Servicio/Command and Service Module) Apolo. Por tanto, tendría una
configuración similar a una estación Skylab, pero sin paneles solares. El
lanzamiento hubiera tenido lugar el 31 de Octubre de 1973, realizando el
sobrevuelo (mayor aproximación a Venus, a unos 5000 km.) el 3 de Marzo de
1974, con una duración del viaje de unos 4 meses. Tras otros nueve meses de
viaje, que llevarían a la tripulación a una amplia órbita alrededor del Sol, el
regreso a la Tierra
se produciría el 1 de Diciembre de 1974.
¿"Wet workshop" o
"Dry Workshop"?
El concepto de wet workshop se ha barajado en
distintas ocasiones como posibilidad de aumentar el espacio útil en misiones de
larga duración.
Qué curioso todo, por ejemplo, lo de que los planetas se mueven muy rápido y que "cuando la nave llegara allí, el planeta ya se habría ido."
ResponderEliminarMira que si los planetas lo que quieren es esquivarnos...
Felicidades por el primer aniversario del blog. Y ya veo que está propulsado y en órbita hacia el segundo, je-je.
La verdad es que no cae uno en esos detallitos "sin importancia"
ResponderEliminarLa verdad es que, para mí, una de las cosas más sorprendentes de estos antiguos proyectos era el optimismo con que se encaraban, ya que la tecnología de la época era todavía muy primitiva en algunos aspectos. Hoy, quizá, se podrían replantear...
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios y parabienes.Saluditos