Uno de los
principales retos que se le presentan a la Humanidad en este siglo que acaba de empezar es
la conquista del Sistema Solar. Hasta ahora, el hombre solo ha establecido su
presencia en la órbita terrestre y en nuestro único satélite natural. Algo así
como salir a la puerta de casa y cruzar a visitar al vecino de enfrente. Para
estos pequeños viajes, el invento del cohete de combustible químico, como ya
predijeran los antiguos teóricos, ha sido muy útil, pero para retos mayores, el
clásico lanzador parece que se queda pequeño. Por ello, ya se está pensando en
otras cosas...
Pero lo que si está
claro es que el coste astronómico, nunca mejor dicho -aunque me parece más
adecuado "astronáutico"-, de estas excursiones, limita en gran medida
las posibilidades de su desarrollo. Para el siguiente hito, la conquista de
Marte, será necesario establecer bases permanentes en el Planeta Rojo, única
forma de realizar misiones con un coste sostenible. Incluso se habla de que los
primeros visitantes al planeta vecino no podrán volver por sus
propios medios, debiendo ser rescatados por expediciones posteriores, o
debiendo producir ellos mismos el combustible para el viaje de vuelta, ya que
sería prohibitivo, quizá incluso inviable en la práctica, un vehículo con
capacidad para el viaje de ida y vuelta (otra solución sería enviar varias
naves a la vez, o escalonadamente, pero también a un alto coste).
Pero el
establecimiento de bases permanentes y la síntesis de provisiones a partir de
materias primas marcianas, no sería sino el embrión de una colonización
efectiva, implicando, a la larga, la modificación -terraformación- del planeta.