domingo, 26 de enero de 2014

Comentarios. Aquellas viejas series.2.Guardianes del espacio(I)



    Durante la década de los sesenta del pasado siglo, el mundo asistió al inicio de una nueva concepción del entretenimiento tejida con argumentos que trataban ideas extraordinarias. A los que nos tocó vivir aquella época como niños nos fascinó doblemente el carácter fantástico, fantacientífico y aventurero de las producciones del momento.
  Ya el cine comenzó esta tendencia en los años cincuenta con películas como “Destination Moon”, “Ultimátum a la Tierra” o “La Guerra de los Mundos”. La influencia de la trágica guerra global de la década anterior y los impactantes acontecimientos de que estuvo rodeada, como el uso de armas nucleares y el impulso exponencial a la tecnología gracias a la economía de guerra con el desarrollo de cohetes, grandes aviones; el embrión de la informática impulsado por la necesidad de máquinas  encriptadoras y descifradoras…y una horrible duda sobre si los avances tecnológicos no iban a conseguir otra cosa que acercarnos más rápidamente al final de nuestra civilización…todo ello, aderezado con las enajenadas declaraciones de visionarios o místicos que anunciaban la intervención de altos poderes, ya de origen divino o simplemente extraterrestre, para salvarnos de nosotros mismos, dieron lugar como decimos a una más bien tétrica, pesimista y oscura visión del futuro de la humanidad.
  Pero, como decimos, esta tendencia revirtió hacia un moderado optimismo durante la década siguiente, haciendo de lo fantástico y cienciaficticio un nuevo género de entretenimiento dirigido a una pujante clase media que venía aceptando de buen grado el sentirse parte de una sociedad tecnológica cuyos logros podrían facilitarle la vida. Y  para poder disfrutar de este nuevo espectáculo, en la comodidad e intimidad del hogar, y sobre todo, para mantener entretenidos a los niños, como uno más de los rasgos del incremento de lo que se ha dado en llamar calidad de vida de estas clases medias, fue necesaria la irrupción y perfeccionamiento de la televisión.

miércoles, 22 de enero de 2014

El experimento de Eratóstenes (y II)


Leer la primera parte


Probablemente, Eratóstenes trazó un dibujo a escala del experimento y, sobre el papel, midió con utensilios básicos el ángulo β , averiguando la porción de circunferencia correspondiente al ángulo, y que algunos historiadores cifran en 1/50. Hoy sabemos que, por trigonometría, podemos hallar las medidas de los ángulos y lados de un triángulo rectángulo conociendo algunos datos. En el caso que nos ocupa utilizaremos la fórmula de la tangente que es la que relaciona el ángulo con los catetos, cuyas medidas conocemos ya que corresponden a la longitud del poste y a la de la sombra proyectada, tg(x)= a/b, siendo a el cateto opuesto al ángulo y b, el adyacente.
Siguiendo con los datos extraídos de la anteriormente referida simulación, correspondiente al  Proyecto Celestia, los datos serían:

Tg(β)= 0,5053m./ 4m.= 0,126325.

Para hallar la medida del ángulo a partir del valor de la tangente necesitamos la función arcotangente (arctg), -que es la inversa de la tangente y que por tanto, nos da la medida del ángulo buscado- y una calculadora científica, ya que están implicados algunos cálculos complejos:
escribimos el valor obtenido para la tangente y marcamos la casilla Inv (número inverso) y pulsamos la tecla tan, con lo que obtendremos el valor inverso de la tangente, es decir, el arcotangente, que equivale al ángulo buscado.

lunes, 20 de enero de 2014

Intro XXXI


   

   El viaje en el ascensor duró poco más de cinco minutos. Debimos bajar a una velocidad vertiginosa. Calculé que la estación espacial, aun encontrándose, como es habitual, en una órbita baja, debía distar al menos doscientos cincuenta o trescientos kilómetros de la superficie del planeta. Me mareé un poco al pensar que nuestra velocidad podía ser de más de tres mil km/h; pero claro, con la tecnología de esta gente, repleta de trucos para engañar a la física convencional, no se experimentaba ninguna sensación extraordinaria. Lo que eché de menos fue poder contemplar la panorámica durante nuestro acercamiento al planeta, ya que a nuestro alrededor solo era visible una especie de arcoiris que pulsaba con una frenética intermitencia.

  De pronto pensé que a esa endiablada velocidad no podríamos acercarnos a la superficie, pues moriríamos estampados contra el duro suelo, o aplastados por la fuerza de la eventual frenada. O sea, que, o bien aquello empezaba ya a perder velocidad poco a poco para depositarnos suavemente en el planeta, o habría que empezar a preocuparse.

   Un desagradable escalofrío me recorrió la espalda. Intenté poner a X al corriente de mis preocupaciones pero me fue imposible hablar coherentemente. De mi garganta solo emergieron unos patéticos gañidos inarticulados. X se percató de mis esfuerzos y con un gesto, me indicó que no me esforzara pues tampoco podría oirme. Claro, de hecho, nos desplazábamos mucho más rápido que las ondas sonoras y estas quedaban atrás antes de poder propagarse en aquel espacio. Aunque ello indicaba que, de alguna manera, nos encontrábamos al aire libre, pues en una atmósfera hermética -que viajara con nosotros- no se hubiera producido ese fenómeno.

  Todos mis miedos se disiparon al llegar abajo, pues, cuando aterrizamos, no se notó nada extraordinario, solo una leve sacudida del aparato. Entonces, más tranquilo, le pregunte a X como era posible esa llegada tan suave después de caer a tanta velocidad...

  -Ah, bueno, hemos colaborado en aportar un poquito de energía a este mundo.La energía potencial, tanto nuestra como del aparato ha pasado a convertirse en energía cinética cuando bajábamos, y esta, a su vez, en calor, cuando hemos frenado. Una especie de conversor, cuyo funcionamiento seguramente no comprenderías, pues pertenece a la avanzada tecnología de esta gente, absorbe el calor generado por la fricción de la frenada y lo vuelve a transformar en energía que se acumula para utilizarla cuando el ascensor vuelva a subir. No es el movimiento continuo, desde luego, pero solo con aportar pequeñas cantidades de energía adicionales, el sistema se mantiene en movimiento a un coste bastante económico en términos energéticos.

sábado, 18 de enero de 2014

El primer asteroide que golpeó la Tierra en 2014.





  2014 AA, así se llama el angelito. Es pequeño, del tamaño de un coche, más o menos, pero ello implica una masa de roca de muchas toneladas.
Afortunadamente, cayó sobre el mar, en medio del Atlántico, a unos 3000 kilómetros de la costa de Venezuela.
  Sin embargo, lo inquietante del asunto es que, aunque el asteroide fue descubierto con antelación -por el reconocido meteor hunter Richard Kowalski-, nadie previó que iba a chocar contra la Tierra. Así, unas 20 horas después de su avistamiento telescópico, se produjo el inesperado impacto.
  Según la noticia publicada en SKY & TELESCOPE  "Small Asteroid 2014 AA Hits Earth” (“El pequeño asteroide 2014 AA golpea la Tierra”): " Descubierto durante la pasada Nochevieja con un telescopio de Arizona, un pequeño asteroide impactó contra la Tierra en algún lugar del Océano Atlántico - pasando inadvertido-  21 horas más tarde”.
  Esto es un buen recordatorio para todos aquellos que confían en el sistema de vigilancia antimeteoritos con esa fe en que la tecnología actual nos permite anticipar con tiempo suficiente cualquier posible impacto de estas rocas espaciales. Al parecer no siempre es así, y no siempre se puede saber el lugar del choque, ni si este va a tener lugar o no.

domingo, 12 de enero de 2014

El asombroso caso del duplicador de materia (II)





"La materia no se crea ni se destruye. Solo se transforma...”

"La materia no se crea..."

  David Rope despertó de un inquieto sueño, bañado en sudor. Se incorporó a medias en la cama y miró la hora en el reloj luminoso que se hallaba sobre la mesita de noche. Las cuatro de la mañana. Comprendió que no iba a poder dormir más. Renuente, pero resignado, se levantó y se dirigió a la cocina del apartamento para preparar café.

Mientras se hallaba sumido aún en ese estado de ofuscación que precede a la verdadera vigilia diurna, los últimos retazos de lo que había soñado volvieron a su mente. El enunciado de Lomonosov-Lavoisier martilleaba de nuevo en su cabeza. Y esto le hizo pensar…

  La noche anterior, antes de irse a dormir y después de estar un rato cavilando sobre el misterioso asunto de la moneda duplicada, se dedicó a revisar las ecuaciones incluídas en el programa que había creado para diseñar sus hipotéticas "ondas inteligentes", que aún se hallaban en fase de experimentación. Había hallado algo que le sorprendió sobremanera ya que no recordaba con exactitud haber escrito esa parte del programa. Pero en una ecuación tan larga, eso no era extraño, ya que muchas veces los desarrollos matemáticos te llevan por caminos y vericuetos que más tarde son difíciles de recordar en su totalidad. Y esto estaba relacionado con el hecho de que en la propia simulación, cuando se aumentaba la potencia de las ondas de manera  deliberada, estas desaparecían, como había podido comprobar la noche anterior, hecho que nunca antes se había evidenciado.

  Por un momento Rope sopesó la posibilidad de que alguien estuviera trasteando en su laboratorio y en sus experimentos, pero luego concluyó que esto era prácticamente imposible. Además, Rope no era muy dado a creer en paranoias conspirativas.

  Por tanto, debía haber otra explicación. Intentando poner orden en su mente mientras bebía pausadamente el café que se había preparado, estuvo meditando y llegó a  las siguientes conclusiones:

lunes, 6 de enero de 2014

Primeros vuelos humanos al espacio (IV)


El accidentado paseo de Alexei Leonov




  Korolev planteó otro reto, o más bien un puzzle, a su equipo de ingenieros. Habían conseguido convertir la vieja pero fiable Vostok en una Vosjod que pudiera acoger a un equipo de tres cosmonautas, como se explicó en el capítulo anterior. Para ello habían encontrado una solución bastante comprometida: no usar trajes de presión y limitar al mínimo el mobiliario de la cápsula, pues en un espacio diseñado inicialmente para una persona, había que alojar a tres. Uno de los logros de  la OBK, la oficina de diseño de Korolev, para el programa Vosjod fue diseñar asientos personalizados. Esto aún se sigue utilizando hoy en día para los vuelos Soyuz, cuyo módulo de ascenso-retorno es igualmente de un tamaño muy reducido. No se trata de asientos propiamente dichos, son una especie de bandejas o moldes en el que el astronauta va reclinado y con las piernas encogidas, prácticamente en posición fetal.

   Hemos llamado molde al asiento porque realmente se hace a medida de cada astronauta de manera que le contenga eficazmente en los momentos de aceleración y deceleración. De hecho, en la actualidad los viajeros espaciales que suben a la ISS deben desmontar y llevar consigo sus asientos para instalarlos en la cápsula que les lleve de vuelta a la Tierra. Su asiento o yacija es por tanto una parte más de su equipaje.
  En el caso de la Vosjod 2 se planteó otra circunstancia: No podían ir tres astronautas porque en ese caso no les quedaría espacio para moverse (en la Vosjod I, los ocupantes debieron permanecer toda la misión en sus puestos una vez acomodados, pues no quedaba espacio material en el habitáculo). Pero no era necesario, con dos era suficiente: un comandante piloto y un ingeniero de misión que realizara el paseo. Ni siquiera el que permaneciera en la nave podría hacer gran cosa por ayudar al spacewalker en caso de problemas, como realmente ocurrió. La siguiente decisión era: ¿dotar a la nave de un dispositivo para entrar y salir, es decir, una esclusa de aire, o  realizar una descompresión total y abrir simplemente la escotilla para salir y entrar? Esto último quizá hubiera sido más sencillo, pero en la práctica imposible: debemos imaginar una cápsula muy reducida con los dos hombres confinados a sus asientos y el puesto de control con los mandos junto a la escotilla de entrada. Esta era la posición del comandante y quizá hubiera sido más difícil rediseñar el interior de la cápsula para situar a Leonov junto a la escotilla. Por otra parte, se hubiera necesitado un suministro mucho mayor de oxígeno para represurizar la cápsula una vez terminado el paseo espacial. Por ello se optó por inventar una esclusa retráctril, que se desplegara hacia fuera una vez en el espacio, ya que instalar una esclusa fija en el interior tampoco era factible. Así pues, una vez llegado el momento, aquel 18 de marzo de 1965, Leonov abría la escotilla instalada en su lado de la cápsula y la esclusa se desplegaba, inflándose, hacia el exterior.

sábado, 4 de enero de 2014

El experimento de Eratóstenes (I)





  Uno de los experimentos más valorados y celebrados de la historia de la ciencia es el que realizó este sabio de Cirene, a la sazón director de la Biblioteca de Alejandría y reconocido erudito en múltiples ámbitos del saber humano.

  No es necesario decir que para que ocurran ciertos hechos extraordinarios, no dependientes exclusivamente del azar, han de darse sin embargo una serie de circunstancias de manera acorde y simultánea y debe haber además, una chispa que prenda la llama de la intuición, la curiosidad o la necesidad de averiguar algo. Y por supuesto, que la persona idónea esté en el momento y lugar adecuado.


  Todas estas circunstancias se dieron en el caso que nos ocupa.
Eratóstenes nació en el seno de una rica y culta familia en la ciudad norteafricana de Cirene (actualmente Shahhat, Libia) en el año 276 a. C. Por aquel entonces, la ciudad –originalmente, una colonia griega- se hallaba bajo el gobierno del Egipto Ptolemaico, uno de los reinos surgidos del reparto del imperio alejandrino.

  Astrónomo, poeta, geógrafo y filósofo, a la edad de 40 años se hizo cargo de la dirección de la Biblioteca de Alejandría, centro cultural de la época, a instancias del rey Ptolomeo III, puesto que ocupó hasta su muerte en el 194 a C.

  Es durante esta época cuando Eratóstenes tuvo conocimiento del hecho de que en la ciudad de Asuán*, en el sur de Egipto, durante el solsticio de verano, los objetos verticales no arrojaban sombra alguna y el sol se reflejaba en el agua del fondo de los pozos. Este hecho, que quizá pudiera parecer una simple curiosidad natural, no pasó desapercibida para las inquisitivas mentes de algunos sabios antiguos. No se sabe si Eratóstenes lo supo por haberlo leído en alguno de los pergaminos atesorados en la enorme Biblioteca que dirigía, o si le fue referido por algún viajero. O, quizá, simplemente, era un hecho conocido en aquellas tierras gracias a la tradición oral.

jueves, 2 de enero de 2014

Noticias del Espacio XVI

Image credit: NASA/JPL-Caltech


La Cabeza de Bruja fabrica nuevas estrellas.

   Una bruja parece gritar al espacio en esta nueva imagen del telescopio espacial WISE (Explorador de infrarrojos de gran amplitud)* perteneciente a la NASA. La imagen infrarroja muestra la nebulosa "Cabeza de Bruja", así llamada por su parecido con la imagen de perfil del rostro de una malvada bruja.

  Los astrónomos dicen que las formas ondulantes de la nebulosa, donde las crías de estrellas se están formando, son iluminadas por estrellas de gran masa.

  Al ser alcanzado por la luz de estas estrellas, el polvo que forma las nubes brilla con luz infrarroja, la cual es capturada por los detectores del telescopio WISE.

  La Nebulosa Cabeza de Bruja, a varios cientos de años luz de distancia, se encuentra en la Nebulosa de Orión, más concretamente junto a la famosa "rodilla" del cazador.

  El telescopio WISE fue recientemente despertado para rastrear asteroides dentro de lo que se conoce como Programa NEOWISE. La reactivación se produjo tras un periodo de "hibernación" del aparato, que fue apagado en 2011 tras completar su primera misión en la que realizó dos observaciones completas del espacio, como estaba planeado originalmente.



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