miércoles, 31 de julio de 2013

Supertierras a diestro y siniestro


Un planeta o muchos planetas
  Durante mucho tiempo se creyó que la Tierra era plana, que era el centro del Universo y que el cielo no era más que una bóveda que la cubría. Todo esto impedía plantearse la posibilidad de vida en otros mundos ya que solo existía el concepto de mundo único, si bien hubo algún que otro imaginativo genio, como Luciano de Samosata que ya en tiempos del Imperio Romano describió en su Historia Verdadera, a unos selenitas que, entre otras cosas, hilaban metales, se ponían y quitaban los ojos a voluntad y luchaban, bajo el mando de su emperador, contra los caballeros hormiga. Otra de sus obras, de corte similar, es Icaromenipo. Se dice, por ello, que Luciano es uno de los abuelos de la Ciencia Ficción.
  Con la teoría copernicana o heliocéntrica, la idea del mundo cambió un poco y algunos pensadores optimistas llegaron a creer que si la Tierra no era más que un planeta y ya se sabía que en el cielo existían otros planetas, nada menos que cinco –por aquel entonces solo se conocían los observables a simple vista, es decir, hasta Saturno- era probable que otras razas, humanas o no, habitaran dichos mundos. Pero la astronomía moderna, apoyada por la astronáutica, reveló que  dificilmente se podía esperar que fueran capaces de albergar vida los otros planetas de nuestro Sistema Solar.

La búsqueda de exoplanetas
  Convencidos, pues, de que la Tierra era el único ejemplo de planeta habitable que teníamos a mano, se estipularon una serie de criterios por los que un planeta tendría posibilidades de haber dado origen a la vida o, en su defecto, reunir condiciones de habitabilidad para permitir una eventual colonización. Se inició por tanto, a finales del pasado siglo, con el arsenal de observación astronómica de que se disponía, la búsqueda de exoplanetas, o planetas extrasolares, que reunieran esas condiciones, a saber: encontrarse en la zona de  habitabilidad,  es decir,  ni demasiado lejos ni demasiado cerca de su sol, poseer una masa suficiente para retener la atmósfera pero no tan grande como para convertirse en un gigante gaseoso, y disponer de una corteza rocosa que pueda sustentar la proliferación de especies vivas y servir de lecho al agua en estado líquido.
  Se buscaron, por tanto, planetas similares a la Tierra, pertenecientes a sistemas cuyo sol fuera igualmente similar al nuestro, es decir una enana amarilla tipo G2. Pero parece ser que no se encontraron muchos ejemplos. O quizá no supimos buscarlos. De nuevo, la vieja duda planeando sobre el insconciente colectivo: ¿es la Tierra, y por ende, la Humanidad, un caso singular debido a una serie de afortunadas coincidencias? Un pensamiento muy cómodo: no hay que preocuparse de hipotéticas invasiones extraterrestres, dispondríamos de todo el Universo para nosotros y, además, este argumento sería muy útil para aquellos tradicionalistas religiosos que insisten en una idea de Dios volcado en la gestión de esta pequeña mota de polvo de un perdido rincón de la galaxia.
  Pero al mismo tiempo, una idea devastadora: ¡Qué inmensa soledad!

viernes, 26 de julio de 2013

He visitado a Sonia Ivanova en Ganímedes

  Acabo de regresar a casa. He visitado a Ksenyia Ivanovna Ivanova en Ganímedes.
  El crucero transolar de KOCMOФЛОТ arribó a la estación  Nueva Mir a las 9.00 GMT. Allí, casi sin tiempo para tomar un té, embarqué en el transbordador Tupolev 2000, que, en un par de horas, nos dejó suavemente en la pista principal de Sheremetyevo. ¡Moscú, por fin! Cuanto te he echado de menos. Pero no iba a quedarme, ya volvería al final del verano. Aún me quedaban unos días de vacaciones para pasar en la dacha de mi familia, en un bello paraje a unos treinta y cinco kilómetros al sur de Moscú, al otro lado del Pakhra. El tío Anatoly, como siempre tan atento, me ha dejado la despensa llena, en previsión de mi llegada. Me tomaré este tiempo para descansar y meditar.

  Sonia Ivanovna es una mujer impresionante. Desde que el pasado verano hicimos juntos un viaje por varios países de  Europa, no he podido dejar de pensar en ella. Su imponente belleza eslava –alta, esbelta, cabellera rubia, ojos verdes, bellas facciones- se combina de manera cautivadora con una inteligencia prodigiosa y un tesón en el trabajo que le ayudan a alcanzar cualquier meta que se proponga. Como directora del Observatorio Joviano de Ganímedes ha demostrado una capacidad de liderazgo y organización que ha llevado a aquel Instituto a convertirse en uno de los mejores en su campo en todo el Sistema Solar. Sé que le caigo bien. Cada vez que nos vemos, su cara se ilumina con una preciosa sonrisa. Quizá aún me tiene cierto cariño. Pero, últimamente creo que está demasiado absorta en su trabajo. 
  He visitado a Sonyia Ivanovna para tantear la posibilidad de que algún día no muy lejano regrese a la Tierra y podamos retomar nuestra relación.
  Pero mi impresión, después de esta visita es que, probablemente, se quedará allí mucho tiempo.
 


lunes, 22 de julio de 2013

Primeros vuelos humanos al espacio (II)



El Proyecto Mercury

  A diferencia de los herméticos responsables del programa espacial soviético, del que se han mantenido secretos hasta época reciente, sus homólogos americanos publicitaban ampliamente cada paso que daban en la preparación de su salto al espacio. Los gestores del programa espacial de Estados Unidos sabían que sin el apoyo de la opinión pública, de los medios de comunicación y de los políticos, nada era posible en aquella gran nación.
  Por ello supimos en su momento de la selección de los primeros siete astronautas (the Mercury Seven), de los nueve nuevos (the new nine) y así, de todas las promociones de aspirantes a viajeros espaciales. Nos enteramos también de algunas anécdotas, muy bien referidas en ese estupendo film de Philip Kaufman “Elegidos para la Gloria” (The right Stuff, 1983) basado en el libro de Tom Wolfe, como las discusiones de los astronautas con los ingenieros que, obsesionados por la seguridad, pretendían maniatarlos sin margen de acción en la seguridad de una acolchada y claustrofóbica minicápsula. Aquellos, sin embargo, reivindicaban su condición de pilotos y ello obligó a dotar a las cápsulas de mandos para el guiado manual (aunque los automatismos respondieron satisfactoriamente en general, hubo momentos en que fue necesario el control manual).

  El grupo original era, como ya se ha dicho, de siete astronautas, pero solo llegaron a volar seis en el proyecto Mercury, ya que uno de ellos, Deke Slayton, no superó las definitivas pruebas médicas por una enfermedad cardíaca. Slayton fue una especie de jefe de personal para los astronautas durante más de una década, hasta que, años más tarde, recibió el alta médica y pudo incorporarse al histórico vuelo Apolo-Soyuz, alcanzando, por fín, el espacio y la anhelada condición de astronauta.

miércoles, 17 de julio de 2013

Noticias del Espacio XIV. "Earthrise"



"Salida" de la Tierra (Earthrise)

Image Credit: NASA

  El Apolo 8, primera misión tripulada a la Luna, entró en la órbita de nuestro satélite la Nochebuena de 1968. Esa noche, los tres astronautas a bordo de la nave - Comandante Frank Borman, Piloto del Módulo de Mando James Lovell y Piloto del Módulo Lunar William Anders- realizaron una transmisión en directo desde la órbita lunar, en la cual mostraron imágenes de la Tierra y la Luna tal como se veían desde su nave. Lovell dijo: "Esta vasta soledad es sobrecogedora y te hace darte cuenta de todo lo que tienes allá en la Tierra".
  Terminaron la transmisión leyendo por turnos pasajes del Libro del Génesis.


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viernes, 12 de julio de 2013

La Biblioteca Oculta de Zöor (X)



   
  -El Proyecto Manhattan nos permitirá ser los primeros en disponer de armas nucleares, pero se trata de una carrera contra reloj, ya que rusos y alemanes estan involucrados a su vez en investigaciones similares.
  “Por otra parte, las informaciones que nos llegan de nuestros infiltrados en Peenemünde, nos alertan sobre grandes avances en la puesta a punto de cohetes o, como los llaman allí, bombas volantes”.
  Uno de los hombres sin rostro hablaba pausadamente, desgranando con lenguaje preciso y sin inflexiones el informe que su interlocutor estaba ávido de escuchar. La habitación, deliberadamente mantenida en casi total oscuridad, protegía el anonimato de ambos hombres. Estos  tenían un perfecto conocimiento mutuo de sus actividades y trabajos y se habían entrevistado en ocasiones anteriores, pero nunca habían mostrado su rostro uno al otro, ni dado a conocer sus nombres verdaderos. En caso de caer en manos enemigas, sería imposible que se delataran. Solo podrían dar un nombre en clave.
  El informador continuó hablando:
  -Los aliados, por tanto,  dispondrán de bombas atómicas que tendrán que ser lanzadas desde bombarderos convencionales, con el riesgo que ello implica. Pueden ser detectados y derribados. Ello obligará a seleccionar blancos no demasiado relevantes desde el punto de vista militar, lo que provocará un elevado número de bajas civiles. Esto puede dar lugar a  un debate político que perjudicará nuestra imagen.
  “Pero el peor escenario posible es el siguiente:
  Según parece, los alemanes pronto estarán en disposición de bombardear objetivos aliados desde las costas francesas con las V1 y V2: Londres y todo el sur de Inglaterra, a  apenas 300 km, están a su alcance. Y el siguiente paso será el misil intercontinental. Esta guerra va a ser muy larga. La Alemania nazi sacrifica a decenas de miles de jóvenes reclutas para conseguir tiempo, para prolongar la guerra hasta tener a punto un arma definitiva. Inalcanzable por los medios interceptores habituales el A9/A10, un supermisil de dos etapas, podría alcanzar Nueva York (y probablemente San Francisco, lanzándolo desde Japón) provocando no solo daños, sino también el pánico en la sociedad americana. Con ello quizá podrían  ganar la guerra. Pero de lo que no cabe duda es de que si, además, consiguen la bomba nuclear, nada podrá impedir su victoria”.
  “En la Biblioteca oculta hay libros que muestran como fabricar este tipo de armas y otros muchos.

domingo, 7 de julio de 2013

Comentarios. Aquellas viejas series.1. Perdidos en el Espacio (II)



  Desde mi, a la sazón, infantil punto de vista, uno de los logros formales  más vistosos de la serie fue el diseño del robot B9 que, al igual que el personaje del Dr. Smith, acaparó un inesperado  protagonismo en la serie. Además, al igual que aquel, fue dotado de una ambigua dualidad que le hacía temible y amistoso al mismo tiempo, ya que con sus poderosas cualidades, igualmente podía defender a sus compañeros humanos de los más tremendos peligros que provocar situaciones desesperadas.  En cuanto al diseño, como todo en la serie, se optó por lo económico y utilitario. El robot debía ser una mole metálica pero no necesariamente antropomorfa, como su más directo precedente, el “Robby” de “Planeta Prohibido”-que por cierto, también realizó un cameo en un episodio de esta serie-. Se ahorraban así las dificultades para realizar articulaciones de brazos y piernas y para mover de manera más o menos verosímil el conjunto. Nuestro robótico amigo, por tanto, estaba constituido por una especie de enorme cacerola cilíndrica sostenida por una piernas más o menos rígidas rematadas por unos pies a modo de patines rodantes. Como colofón, en lugar de cabeza, un cerebro transparente y luminoso, en forma de seta, emitía incesantes destellos, mientras los brazos eran unos meros tubos extensibles acabados en garras. Recuerdo que uno de mis pasatiempos favoritos cuando aparecía el robot en alguna secuencia, era imaginar como demonios habían acomodado dentro de ese estrambótico artefacto al actor que daba vida al cibernético personaje. Todo ello acompañado por una voz con acento mecánico –el paradigma de lo que en aquellos tiempos pensábamos que debía ser una voz artificial, hasta que HAL 9000 nos demostró que una máquina puede hablar con la corrección y elegancia de un educado caballero- que quizá hoy nos parecería risible, daba al conjunto un aire enigmático y sorprendente que casaba muy bien con la estética de la serie.



¿Un platillo volante?
  Dado que por aquel entonces ya existían los cohetes como una realidad cotidiana y ya se conocían sus limitaciones, la ciencia ficción de la época no recurría ya a ellos para representar los largos desplazamientos hiperlumínicos que exigían los guiones. Había que inventar algo mejor. Así, naves como la Enterprise de Star Trek, eran un desafío a los primitivos diseños de la década anterior. Pero en Perdidos en el Espacio, como ha quedado dicho en ocasiones anteriores se planteaba siempre un compromiso entre lo original y lo económico. Resultado: una nave sencilla, de forma simple y que podía albergar una fabulosa fuente de energía que no requiriera mucho espacio. Además, escénicamente era mucho más práctico para el rodaje un escenario circular y amplio.

miércoles, 3 de julio de 2013

Intro XXVI



  Los slatos, miembros de un pueblo cazador y más tarde conquistador del cosmos, habían evolucionado hasta convertirse en genios de la astrofísica y la biología molecular, pero su aspecto seguía siendo tan terrible y fiero como siempre …
  Medité sobre el hecho de la variedad de formas y fisonomías de los seres vivos en el Cosmos, algo que ya conocía por experiencia, pero que, además, siempre había intuido, ya que como predijeron algunos visionarios, la gran diversidad de condiciones y circunstancias en el Universo habrían provocado multitud de soluciones evolutivas diferentes para lograr adaptaciones exitosas.
  Medité sobre la tolerancia y la aceptación del otro aunque fuera distinto, signo de evolución y progreso ideológico.
  Pero había algo contra lo que no podía luchar: la repugnancia o los miedos irracionales, provocados en la psique por no se sabe muy bien qué mecanismos; las fobias, bien estudiadas en la psicología moderna.
  Pero mi aversión hacia las arañas, cosa que le ocurría a mucha gente, había quedado arrinconada en algún recodo de mi mente desde que era niño y nunca me volví a preocupar por ello, ya que difícilmente iba a afectarme en mi civilizada y organizada vida de adulto. Sin embargo, ahora tenía que enfrentarme a este miedo si quería salir con bien de aquella situación.
  Permanecí junto a X en el centro de aquella polvorienta estancia, bañada de una luz espectral que procedía de algunas aberturas del techo. Las piernas me tembablan pero pude mantenerme sereno junto a X, quien no parecía sentirse demasiado impresionado por aquel ser cuatro veces más grande que un hombre y que, cómodamente aferrado a la pared con sus ocho peludas patas, nos miraba mientras babeaba plácidamente haciendo chasquear sus afilados quelíceros. Pensé que mientras nos mantuviéramos a cierta distancia podría dominar mi pánico, pero tras detectar algunos movimientos a mi alrededor con el rabillo del ojo, comprendí que estábamos siendo rodeados por un montón de nuevos individuos. Claro, la familia al completo salía a recibir a los visitantes. Quizá para apreciar sus cuerpos tiernos y jugosos. Comencé a marearme pero, sacando fuerzas de flaqueza, me mantuve firme. Oí decir a X, con su habitual tono opaco e indiferente: