martes, 8 de diciembre de 2015

Primeros Vuelos Humanos al Espacio (IX)


La tripulación de Gemini 8: Dave Scott y Neil Armstrong

 
Gemini 8, el bautizo espacial de un pionero lunar.  Neil Armstrong y David Scott fueron lanzados al espacio desde el complejo LC 19 de Cabo Cañaveral el 16 de marzo de 1966. Todo parecía ir bien y el primero de los objetivos de la misión fue alcanzado sin problemas. Con pericia y frialdad, Armstrong consiguió el acoplamiento con la Agena GATV-5003, tras unas seis horas de vuelo. 

En esta otra foto, bromeando con sus compañeros
  
Esto supuso un hito histórico, ya que era la primera vez que se conseguía el acoplamiento de dos naves en el espacio. Toda la tecnología y pericia necesarias para el logro habían sido puestas a prueba con éxito. Pero una vez conseguido este primer objetivo de la misión, algo inesperado sucedió…
De pronto todo empezó a dar vueltas. Al parecer uno de los propulsores de maniobra –sí, esos pequeños motores cohete que van adosados a lo largo y ancho del cuerpo de la cápsula espacial, empezó a funcionar por su cuenta, de manera errática, seguramente por algún fallo del circuito eléctrico que lo dirigía. En pocos minutos la Gemini 8 se convirtió en una especie de loco carrusel que de forma caótica ejecutaba maniobras de cabeceo. alabeo y guiñada que nadie le había pedido. Pánico y mareo en los astronautas tras los primeros momentos de perplejidad. Y control de misión, que no podía hacer nada, asistía atónito a la inesperada situación…Pero como decíamos en otro artículo:  “(misión)…en la que por un fallo de los motores durante una prueba de acoplamiento de naves, su cápsula se puso a girar incontroladamente. Los mandos no respondían y no podía apagar el motor defectuoso. Al mareo y la dificultad de pensar en esta situación se unía el temor de no poder regresar, bien porque la nave perdiera su rumbo, bien porque el gasto extra de combustible provocado por este  mal funcionamiento, impidiera posteriormente las maniobras de regreso. Cualquier persona en esta situación hubiera sido presa del pánico. Pero Neil Armstrong estaba preparado: con un impulso combinado de los restantes motores consiguió equilibrar la nave y preparó una trayectoria orbital de reentrada para volver antes de que fuera demasiado tarde. Así, Armstrong y su compañero Dave Scott, descendieron sanos y salvos con su cápsula en el Océano Pacífico.
La etapa Agena, vista desde Gemini 8, poco antes de la maniobra de acoplamiento


La misión, al ser abortada, dejó sin completar el otro objetivo primario encomendado: un paseo espacial extendido, de dos horas de duración, que debía haber realizado el copiloto Dave Scott. Pero al haberse consumido una gran parte del combustible necesario para la maniobra de reentrada, las normas eran claras: Abortar misión y regresar. La duración de la misión se vio reducida de los tres días previstos a poco más de 10 horas. Hubo que rediseñar el procedimiento de recuperación, ya que el amerizaje se produjo en el Pacífico, al sur de Japón, en lugar del Atlántico, como estaba previsto. Pero al final todo acabó bien gracias a un trabajo bien hecho, como gustaba decir Armstrong, desdeñando halagos sobre su heroicidad. Pero hay que reconocer que la habilidad principal de los que están llamados a hacer grandes cosas es, precisamente, convertir las derrotas en victorias y los fracasos en éxitos. Y así lo entendió la Administración Americana del Espacio, que brindó a este hombre la oportunidad de convertirse, algún día, no muy lejano de este que hemos narrado, en uno de los héroes de la Humanidad. Ese día, Armstrong se graduó como Astronauta de Primera.

Tres meses más tarde, y aún con el susto en el cuerpo, ya que Gemini 8 sufrió la situación más crítica de una nave americana en el espacio (hasta el fatídico vuelo del Apolo XIII), Stafford y Cernan fueron lanzados a la órbita en la Gemini IX, con los mismos objetivos primarios que sus predecesores: acoplamiento de naves y paseo espacial. Pero ambas tareas tenían algunos detalles novedosos.
La cuestión es que Gemini 9 estaba preparada para ser lanzada unos días antes, concretamente el 17 de Mayo, pero,de nuevo, al igual que ocurriera a Schirra y al propio Stafford, con la Gemini 6, su objetivo Agena fracasó en el lanzamiento, debido a un cortocircuito que provocó un fallo en cadena, determinando que el cohete con su payload cayera al Atlántico. No obstante, todo estaba previsto. y las empresas constructoras de aparatos espaciales ya tenían preparado un backup target, un objetivo de sustitución, que no era otro que el ADTA (Augmented Target Docking Adaptor), una especie de versión reducida del ATV, que se convirtió en la nueva pareja espacial de Gemini 9. El otro gran objetivo era un paseo espacial, el que no pudo realizar Dave Scott, pero esta vez utilizando un “AMU”, curiosa antigualla predecesora de la famosa MMU (Manned Maneuvering Unit), que los futuros astronautas de los transbordadores espaciales pondrían de moda.
Se podría decir que esta misión fue un pequeño éxito formado por grandes fracasos ya que los dos grandes objetivos primarios no pudieron completarse y sufrieron algunos contratiempos que, por suerte, no llegaron a ser fatales.
La aproximación y rendevouz con el ADTA se realizaron a la perfección, pero cuando los astronautas tuvieron contacto visual cercano con aquel, descubrieron que la cubierta protectora que lo contiene durante la fase de lanzamiento no había sido eyectada completamente, quedando como una vaina parcialmente abierta en torno al aparato. Ello dio lugar al celebrado comentario de Stafford, que lo describrió como un “Angry Aligator” (Caimán Furioso). Pero bromas aparte, y tras un ameno debate con el control de misión en Tierra sobre las posibilidades de cortar los cables que aún sujetaban, si bien precariamente, la estructura protectora –se llegó a barajar la posibilidad de cortarlos manualmente con las tijeras quirúrgicas del botiquín de a bordo o, incluso de apartarla con el propio morro de la nave- se desestimó cualquier intento en este sentido por el peligro que hubieran entrañado las piezas en el momento de soltarse o una vez que se encontraran a la deriva en el espacio.

El "Angry Alligator"

  Se realizaron, pues, varias maniobras de cita espacial, acercándose desde distintas ubicaciones, pero el acoplamiento en sí no pudo llevarse a cabo.
El spacewalk de Cernan, que hubiera incluido algunas tareas sobre el ADTA, cambió de perfil y se postergó hasta el tercer día de misión, una vez alejado el pecio, pues no parecía seguro acercarse a él mientras giraba de forma continua y con aquellas amenazadoras fauces abiertas. No obstante, el paseo de Cernan no estuvo exento de dificultades, ya que al igual que sucediera en situaciones precedentes, el traje espacial, una vez presurizado adoptó un exceso de rigidez que impedía al astronauta moverse con soltura, haciéndole muy difícil su tarea. Uno de los momentos más difíciles de la caminata espacial fue cuando Cernan se dirigió a la parte posterior de la cápsula donde se encontraba el lugar de almacenamiento del “AMU” (Astronaut Maneuvering Unit), especie de mochila autónoma con capacidad de desplazamientoy soporte vital independiente de los umbilicales de la nave. Por ese entonces, y debido a las dificultades de movimiento antes citadas, Cernan se encontraba casi exhausto, con el pulso en 180 y la visera de su casco tan empañada por el calor interno del traje. que practicamente no podía ver. Uno de los fallos de aquellos primitivos trajes era la refrigeración por aire, que no era muy eficiente cuando, en caso de trabajo continuado, el astronauta empezaba a sudar copiosamente y la temperatura interna del traje se equiparaba a la corporal. En las versiones mejoradas para las misiones Apolo, la refrigeración se hacía por agua, lo cual obligaba a incorporar un primer traje interior recorrido de finos tubos por los que circulaba el líquido refrigerante.
Aunque Cernan intentó completar la tarea, Stafford ya era consciente de la imposibilidad de realizarla, puesto que además, la AMU, que funcionaba con peróxido de hidrógeno, emitía chorros de gas caliente que no hubieran hecho más que agravar la situación. Cernan, además, ya era casi incapaz de moverse cuando Stafford le ordenó que volviera al interior de la cápsula, así que este, abriendo la escotilla de su lado e incorporándose sobre su asiento, se asomó, y asiendo a su compañero por las piernas lo atrajo hacia sí, ayudándolo a volver a su sitio. La EVA, aunque no había completado la totalidad de las tareas programadas, había durado algo más de las dos horas inicialmente previstas.
Configuración del "AMU" para EVA. Nótese que los pantalones del traje van cubiertos por un tejido especial metalizado con el fín de proteger al astronauta de los calientes gases eyectados por el equipo

  Hasta 2001, en una entrevista realizada a Thomas Stafford, no se desvelaron todos los detalles que pusieron en peligro a los tripulantes de esta misión, y uno de los más inquietantes fue, como relató él mismo, que, durante algunos momentos pareció imposible que Cernan pudiera volver a entrar en la nave, en cuyo caso, Stafford, para salvarse, debía haber cortado el umbilical que mantenía a su compañero unido a la nave, según las instrucciones de misión.     Evidentemente, Stafford nunca hubiera estado dispuesto a hacerlo, pero, de mantenerse la situación durante la reentrada, ello hubiera provocado la muerte de los dos hombres.
  El resto de la misión se ocupó en una serie de experimentos menores pero, al parecer, la experiencia adquirida con todas estas dificultades, fue mucho más productiva, de cara al futuro, que unas pruebas exitosas.
  No podemos dejar de recordar, puesto que el esfuerzo espacial, como queda demostrado, estuvo jalonado de dificultades y fatalidades, que la tripulación original de esta misión era la formada por Elliot See y Charles Basset, que, unos meses antes de la misma, perecieron en accidente de aviación, cuando se dirigían a las instalaciones de McDonnell –constructora de la Gemini- en San Luis.
  Stafford, que consiguió con esta misión el record de menor tiempo transcurrido entre dos misiones – y el de aplazamientos-, actuó más tarde como Comandante del Apollo X, segundo vuelo circunlunar de la historia –y ensayo general antes del alunizaje- y participó también en el histórico vuelo conjunto Apolo- Soyuz.
  Por su parte, Eugene Cernan, volvió a ser segundo de Stafford, en el citado Apolo X, y más tarde tuvo su propia misión como comandante, la Apolo XVII. Tiene la simbólica distinción de ser, por el momento, “el último hombre sobre la Luna”.

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