domingo, 22 de febrero de 2015

Intro XXXIV

  

  El alivio de encontrarnos de nuevo en "tierra firme" duró solo un instante, pues cuando la negra cortina desapareció por completo pudimos darnos cuenta de nuestra verdadera situación. Un escabroso lugar formado por rocas de retorcidas formas y de un sucio color grisáceo, con un cercanísimo horizonte. Un objeto muy pequeño, pues. Sin atmósfera, sin materias primas, sin vida...
  - ¿Estamos en un asteroide, en un pedrusco sideral ?-pregunté angustiado a X.
Aunque nuestra biomecánica hubiera sido mejorada, tal como me explicó X en su día, permitiéndonos respirar en atmósferas tenues, de hasta un 1% de la terrestre; y aunque pudiera sobrevivir varios días con el único sustento del "agua mágica" suministrada por el  anciano de Tealma 1, nada de eso nos serviría en este desolado islote perdido en algún rincón olvidado de la galaxia. Dependíamos, pues, de la protección del dispositivo de X como única barrera entre nosotros y este entorno hostil.
  Sin embargo, la capacidad de este era limitada. Estaba diseñado para proveer soporte vital solamente durante el breve lapso de los saltos y no sabíamos cuánto podía durar en un uso continuado.
  Además, observé, se le había encendido una lucecita roja que antes nunca le había visto.
  Tal como yo lo veía, nuestra situación era la siguiente:
 Tras el desesperado -y descontrolado- salto que nos salvó de la fatal caída en Daroon 6, el transportador, sin un destino establecido, nos hizo vagar por el sector de espacio alcanzado de manera fortuita, buscando el planeta habitable más cercano, como era costumbre. Pero no encontró ninguno. Ni siquiera un planeta no habitable donde simplemente pudiéramos sentarnos a esperar. Supongo que la batería o acumulador o la fuente de energía, cualquiera que fuese, que lo hacía funcionar, estaría a punto de agotarse y el navegante automático ya no pudo seguir buscando. Tenía que soltarnos donde fuera antes de agotar su energía completamente, pues en ese caso moriríamos. Yo no me había dado cuenta hasta ese momento pero ahora comprendí, con total claridad, que siempre habíamos dejado  transcurrir un cierto tiempo entre salto y salto. Ello era necesario para que se recargara el "cacharrito", probablemente captando energía solar. Al no encontrar nada mejor, nos depositó en aquel celeste guijarro. Pero ahora, dado que no podíamos simplemente apagar el cacharro y esperar a que se recargara, pues necesitábamos que siguiera funcionando, se entablaba una carrera contra reloj entre el tiempo necesario para escapar de aquel asteroide y el tiempo que pudiéramos sobrevivir allí.
  X, circunspecto, no contestó a mi pregunta y echó a andar por un estrecho desfiladero que se abría ante nosotros por entre aquellas retorcidas formaciones rocosas. Montículos, pasillos, pequeñas explanadas. Aquello era como un mundo en miniatura, con sus montañas y valles en miniatura, con sus minúsculas llanuras. Pero sin ríos, ni mares. Sin brisas ni nubes.
  Sumido en los más sombríos pensamientos, emprendí la marcha tras mi compañero, con la incertidumbre de si se le habría ocurrido algo para sacarnos de aquel atolladero.
  Unos minutos más tarde desembocamos en  una pequeña planicie más o menos despejada y, atónitos, pudimos contemplar una impactante visión...
  Un enorme, aterradoramente cercano sol, en el que eran visibles hasta los inquietos mechones de las  erupciones y protuberancias de la cromosfera, ascendía rápidamente sobre el inmediato y ahora despejado horizonte de aquel pequeño mundo.
  Es raro que un asteroide orbite tan cerca de su estrella -pensé aturdido-. Habría sido atraído por su potente fuerza de gravedad y...
  -No continúes con tu fantasía del asteroide -dijo X, adivinando, una vez más, mis pensamientos-. Estamos en un cometa. Lo sospeché desde el primer momento. En este sistema no hay planetas ni asteroides ni planetoides ni nada de eso. Solo una nube de cometas. Por eso estamos aquí.
  Al decir esto, una especie de tenue neblina comenzó a envolvernos. 
  - ¿Ves? Se está formando la cola del cometa. Eso quiere decir que este "bicho" está llegando al perihelio. Y eso significa también que nos vamos a...
  - Sí. Lo sé. Nos achicharraremos como un leño en una hoguera.
  Por lo tanto, la situación era aún peor de lo que yo había previsto. El calor y la radiación a nuestro alrededor debía  ser descomunal. A pesar de la protección del dispositivo, dentro de unas pocas horas no seríamos más que un puñado de cenizas...o quizá ni eso.
  - De todas formas, no me negarás que es un espectáculo fascinante. Yo nunca había estado tan cerca de una estrella- dijo X en ese momento. Parecía estar disfrutando con aquella situación.
  Me senté sobre una pequeña roca, de pronto muy cansado y preparándome para un catastrófico final, pensando que mi compañero, quizá desquiciado por  tantas vicisitudes, hacía gala de una inquietante frialdad poco acorde con la fatal situación que estábamos viviendo.
  De pronto, unas potentes luces aparecieron por encima del horizonte a nuestras espaldas. Dejando una viva estela de plasma que se confundía con la niebla de la cola del cometa, un extraño aparato se acercaba a nosotros. Convencido de que estaba delirando, intenté no hacer caso de la supuesta alucinación y volví a sumirme en mis sombríos pensamientos. Oí, como desde una enorme distancia, a X diciendo:
- Bueno, ya están aquí. ¡Nos vamos!
- ¿Eh...?
- La nave de rescate...ya está aquí. Ah, claro, se me olvidó decírtelo: el transportador tiene un seguro de asistencia en viaje, por si se avería...

CONTINUARÁ 


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2 comentarios:

  1. Este dichoso X... Estaba yo preguntándome si es que nunca se altera (solo se mosquea un pelín a veces con su compañero), cuando veo que el pobre acompañante también se lo pregunta. Y no, no es que estuviera delirando, es que tiene información privilegiada que no comparte con el otro... Un poquito despistado este marcianito. ¿O no es despiste?

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    1. No, no se altera el muchacho. Es la frialdad de la superracionalidad. Pero nuestro paisano terrícola es más emocional, lo pasa peor y no cae en la cuenta de lo obvio. Al igual que en nuestras carreteras, en los caminos del espacio de estas avanzadas sociedades galácticas debe haber un equivalente a la grúa que te recoge en caso de accidente o avería. Bueno, ya se va acercando el final de la historia...que ya era hora. Gracias por tu "comen"

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