Esferas “extrañas” halladas en una apartada zona de Namibia.
(Leído en el artículo
“Spherical Object Drops from the Sky in Namibia”, by Nancy Atkinson; Universe Today)
Hace unos años fue hallada en una
planicie del norte del país, a más de 700 kilómetros de la
capital, Windhoek, una esfera de apariencia metálica, de poco más de un metro de
diámetro, y semejante, si se deja vagar un poco la fantasia, a esos artefactos
alienígenas que aparecen en las películas fantásticas. Pero tras una inspección
un poco más detallada se descubrió que podía ser cualquier producto de la
tecnología humana, elaborado con metales o aleaciones perfectamente habituales
en la industria aeroespacial.
¿Pero cómo aparece ese objeto en
un páramo del África profunda? El objeto, al caer, provocó un cráter de unos
30 centímetros
de profundidad y unos tres metros de anchura y, tras un evidente rebote quedó
detenido a unos 18 metros
del lugar del impacto. Todos estos datos los aporta la abnegada policía forense
del país africano.
Para entender este fenómeno
deberemos remontarnos a otros hechos similares reportados algunos años antes en
otras remotas zonas del planeta pertenecientes a Brasil y Australia, en 2006 y 2008, respectivamente. Unas
esferas de tamaño similar, algunas bastante maltrechas, fueron halladas en estos
lugares.
Tras consultas a las agencias espaciales NASA y ESA y un pormenorizado análisis de los expertos del
ramo, se concluyó que estas esferas no eran más que unos depósitos presurizados recubiertos de fibra de carbono o Kevlar, diseñados para contener el combustible utilizado por naves y satélites para realizar
maniobras en órbita. Nada que ver con los enormes depósitos de los cohetes, que
funcionan durante el lanzamiento y que, una vez agotados, son expulsados, se
desintegran con la fricción atmosférica, y no llegan al suelo. Pero los
pequeños depósitos de los motores de maniobra, al estar diseñados para trabajar
en el vacío del espacio, son muy resistentes, ya que el gas que contienen se
halla a una presión muy elevada –para contener la mayor cantidad posible- y el
depósito debe soportar la diferencia de presión entre el interior y el exterior
–donde la misma es inexistente-. De no ser así el depósito podría estallar. Al
ser tan resistentes, a veces llegan a aguantar el impacto de la reentrada
atmosférica cuando el satélite deja de ser operativo y se “inmola” en la caída
al pozo gravitatorio terrestre. A veces, de hecho, los únicos fragmentos que
sobreviven de estos aparatos son precisamente los mencionados depósitos. Y esta
es la explicación oficial de los hallazgos de Brasil y Australia. Y, por
suerte, no se encuentran más porque la mayoría de los restos caen al mar. Aunque
se han reportado otros muchos hallazgos de este tipo en ocasiones anteriores. Así,
el peligro de la basura espacial, como
ya han avisado algunos astroecologistas –una profesión con mucho futuro- es
evidente y sus riesgos aumentan con el tiempo. Y si no, que se lo pregunten a
la “Dra. Stone”.
Pero, incluso tras el estudio
oficial por expertos, no concluyente, la
esfera de Namibia seguirá siendo un objeto extraño de origen ¿extraterrestre?
Como sugiere un sarcástico
comentarista de la noticia., jugando con el doble sentido del términio “alien”
en inglés (alienígena y “extranjero o extraño”): “Well, technically it is from
an alien spacecraft. Unless Namibia has a space program they haven’t told us
about.”(…técnicamente –el objeto- procede de una nave “alien”(extranjera), a no
ser que Namibia tenga un programa espacial del que no nos han hablado).
No obstante, y para quedarnos
tranquilos, aunque la explicación anteriormente citada de los depósitos de
hidracina altamente presurizados no es aplicable a este caso, pues por su
apariencia externa la esfera de Namibia parece “otra cosa”, algunos expertos ya
han sugerido algunas posibles explicaciones como piezas de maquinaria
desechadas de los telescopios espaciales, giróscopos de posición de algún
obsoleto satélite o una pieza de alguna de esas numerosas sondas rusas que
fracasaron tras el lanzamiento y podrían haber quedado en órbita hasta la
degeneración del impulso, cayendo ahora hasta la Tierra. Baste recordar el
famoso caso de la Phobos Grunt.
Algunos van más allá y sugieren la posibilidad de que la pieza pertenezca a
alguna de las viejas Apolo. ¿Y si fuera un trocito de la malograda Apolo XIII,
cuyo destrozado módulo de servicio soltó por ahí una gran cantidad de chatarra
espacial…?
Pues menos mal que caen en medio de desiertos o similares. Sean de donde sean y de lo que sean, el peligro está en el cachiporrazo que dan, ¿no? Ay, qué poquito cuidado tienen con las cosas.
ResponderEliminarOh, I'm very very sorry...no me había dado cuenta de que olvidé contestar a este (y otros ) comentarios. Gracias por tu infinita paciencia para leer estos tochos que perpetro. Bueno, hablando del tema, hay que decir que la chatarra espacial, de caer a la Tierra lo haría en las zonas intertropicales preferentemente, ya que, con ciertas variaciones, las órbitas de los cacharros espaciales suelen ser ecuatoriales por aquello de aprovechar el impulso de la rotación y bla, bla...Esto nos deja tranquilizadoramente fuera del rango de posibles bombardeos celestes. Pero la bola esta del artículo tiene muy "mala sombra". Quien sabe de donde viene y por qué...¡¿?!
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