Desde mi, a la sazón,
infantil punto de vista, uno de los logros formales más vistosos de la serie fue el diseño del
robot B9 que, al igual que el personaje del Dr. Smith, acaparó un
inesperado protagonismo en la serie.
Además, al igual que aquel, fue dotado de una ambigua dualidad que le hacía
temible y amistoso al mismo tiempo, ya que con sus poderosas cualidades, igualmente
podía defender a sus compañeros humanos de los más tremendos peligros que
provocar situaciones desesperadas. En
cuanto al diseño, como todo en la serie, se optó por lo económico y utilitario.
El robot debía ser una mole metálica pero no necesariamente antropomorfa, como
su más directo precedente, el “Robby” de “Planeta Prohibido”-que por cierto,
también realizó un cameo en un episodio de esta serie-. Se ahorraban así las
dificultades para realizar articulaciones de brazos y piernas y para mover de
manera más o menos verosímil el conjunto. Nuestro robótico amigo, por tanto,
estaba constituido por una especie de enorme cacerola cilíndrica sostenida por
una piernas más o menos rígidas rematadas por unos pies a modo de patines
rodantes. Como colofón, en lugar de cabeza, un cerebro transparente y luminoso,
en forma de seta, emitía incesantes destellos, mientras los brazos eran unos
meros tubos extensibles acabados en garras. Recuerdo que uno de mis pasatiempos
favoritos cuando aparecía el robot en alguna secuencia, era imaginar como
demonios habían acomodado dentro de ese estrambótico artefacto al actor que
daba vida al cibernético personaje. Todo ello acompañado por una voz con acento
mecánico –el paradigma de lo que en aquellos tiempos pensábamos que debía ser
una voz artificial, hasta que HAL 9000 nos demostró que una máquina puede
hablar con la corrección y elegancia de un educado caballero- que quizá hoy nos
parecería risible, daba al conjunto un aire enigmático y sorprendente que casaba
muy bien con la estética de la serie.
¿Un platillo
volante?
Dado que por aquel entonces ya existían los
cohetes como una realidad cotidiana y ya se conocían sus limitaciones, la
ciencia ficción de la época no recurría ya a ellos para representar los largos
desplazamientos hiperlumínicos que exigían los guiones. Había que inventar algo
mejor. Así, naves como la Enterprise de Star
Trek, eran un desafío a los primitivos diseños de la década anterior. Pero en
Perdidos en el Espacio, como ha quedado dicho en ocasiones anteriores se
planteaba siempre un compromiso entre lo original y lo económico. Resultado:
una nave sencilla, de forma simple y que podía albergar una fabulosa fuente de
energía que no requiriera mucho espacio. Además, escénicamente era mucho más
práctico para el rodaje un escenario circular y amplio.
Una de las cosas que aún no entiendo, sin embargo, por más
que me esfuerzo visionando una y otra vez los viejos episodios, era como podía
el recoleto Júpiter 2 albergar
los dos enormes niveles de habitabilidad más los motores y
demás aditamentos, cuando la nave, vista desde fuera, no alcanzaba más altura
que la de un camión o autobús. ¿Sería una de las secuelas de la contracción
espaciotemporal?
Ironías aparte, una de las críticas que recibió el poco
trabajado diseño de platillo volador, fue su escaso impacto en el merchandising
de la serie, a diferencia de su directa competidora, la Enterprise,
cuya maqueta tuvo una espectacular acogida entre los trekkers.
Un planeta lleno de
sorpresas.
Como buenos
naúfragos, los perdidos navegantes consiguen llegar a su correspondiente isla
desierta. Un planeta aparentemente deshabitado que esconde multitud de seres extraordinarios
y vestigios de antiguos pobladores. Recientemente descubrí, leyendo aquí y allá,
que el planeta fue bautizado como “Priplaneo” por los avezados colonos, nombre que
al parecer es mencionado en algún episodio (episodio 15, “Regreso a la Tierra”), hecho que, para
mí, en su momento, pasó desapercibido. Es interesante reseñar, en todo caso,
que la arribada al planeta es posible gracias a un encuentro anterior con una
enorme nave espacial abandonada, donde los Robinson consiguen desentrañar el
funcionamiento de una especie de mapa o “navegador” que les indica el camino a
seguir. Una vez realizado el aterrizaje, más o menos forzoso, en el planeta, la
trama de la serie se va desarrollando en torno a la exploración del mismo,
apareciendo sucesivamente gigantes malhumorados, embravecidos océanos y lujuriantes
selvas que daban paso a áridos desiertos como quien no quiere la cosa. Una de
las secuencias más esperpénticas de la serie tiene lugar cuando el patriarca
del clan, John Robinson, dispuesto a explorar el planeta antes de que su
familia se asiente en él, realiza un descenso en el mismo equipado únicamente
con su traje espacial y unos pequeños motores cohete (“parajets”) adosados a
los brazos, que se supone le servirán para amortiguar el descenso en el
planeta. De hecho, cuando la nave, con el resto de la tripulación, llega por
fin a la superficie de forma accidentada, como queda dicho, encuentran al
valiente Dr. Robinson postrado entre las ramas de un arbusto, tras haber
“caído” desde el espacio, sin daños aparentes. Ni más ni menos. Pero ya saben
que el testarudo Irwin Allen, cada vez
que le discutían este tipo de inconsistentes piruetas argumentales contestaba
con el socorrido “Don’t get logical with me” (No se pongan lógicos conmigo”).
Así que, ya está, un nuevo espacio en el que perderse, aquel en que la ciencia ficción
se convierte en pura fantasía.
Vaqueros del espacio
y chicas de otra dimensión.
Uno de los
aspectos más enriquecedores y al mismo tiempo, más descabellados de la serie
eran los encuentros con otros viajeros estelares que se cruzaban en su camino.
Así, durante su estancia en el planeta recibieron la visita del por entonces
popular Warren Oates, transfigurado en un valeroso cowboy sideral (con sombrero
tejano y todo), una familia extraterrestre (los taurones), un guardián del zoo
cósmico, piratas, mercaderes, fanfarrones buscapleitos, princesas y toda una
pléyade de extraños seres (¡incluso una zanahoria gigante!) que hicieron muy
amena la estancia de los Robinson en el inquietante Priplaneo. Cuando abandonan
este, nuevas aventuras y planetas se cruzan en su camino. Incluso el antipático
Smith encuentra a alguien que se enamora de él, la Chica de la Dimensión Verde.
Con el andar del tiempo, la serie llegó a completar tres
temporadas (aunque en España creo que solo vimos las dos primeras), en las que
los náugrafos, tras una larga estancia en su galáctica isla, consiguen reflotar
el maltrecho Júpiter 2 para volver a perderse por esos espacios, como se ha apuntado
anteriormente. Llegan incluso a conseguir volver a la Tierra, pero en una época
equivocada, siendo confundidos con alienígenas en su platillo. Por tanto,
reanudan su viaje y siguen vagando por ahí, en un periplo nunca resuelto. La
serie finalizó cuando su popularidad decreció, pero al parecer los productores
no se molestaron en crear un final que “cerrara” la trama.
Pero esto, hoy día, puede verse como un acierto, ya que en
nuestra imaginación estos robinsones espaciales seguirán eternamente “Perdidos
en el Espacio”.
Mi agradecimiento a sitios como "Perdidos en el espacio", donde he encontrado mucha información para la realización de este post.
No sé por qué será, pero me da la sensación de que a ti te gusta mucho esta serie, ¿no? :-D
ResponderEliminarBromas aparte, es verdad que el diseño de la nave no se lo curraron mucho, y, por otro lado, me ha gustado mucho el último párrafo de la entrada.
A mi me fascina el uso de la imaginación. En cualquier episodio de esta serie, aunque no despunta por su calidad o complejidad argumental, pueden encontrarse desarrollos de ideas muy interesantes. A veces solo bosquejos esquemáticos. Pero los grandes temas están ahí: los viajes espaciales, el contacto con seres alienígenas, el viaje en el tiempo y entre dimensiones...Pero también otros temas menores que no están tan trillados, como la huída hacia delante del viajero que ha rebasado el punto de no retorno o la posibilidad de viajar en sentidos no convencionales, como por ejemplo, a través de un espejo...En fín, que si se quiere, a cualquier cosilla de estas se le puede sacar punta...Saluditos...
Eliminar