sábado, 9 de febrero de 2013

Astroética



  Uno de los principales retos que se le presentan a la Humanidad en este siglo que acaba de empezar es la conquista del Sistema Solar. Hasta ahora, el hombre solo ha establecido su presencia en la órbita terrestre y en nuestro único satélite natural. Algo así como salir a la puerta de casa y cruzar a visitar al vecino de enfrente. Para estos pequeños viajes, el invento del cohete de combustible químico, como ya predijeran los antiguos teóricos, ha sido muy útil, pero para retos mayores, el clásico lanzador parece que se queda pequeño. Por ello, ya se está pensando en otras cosas...

  Pero lo que si está claro es que el coste astronómico, nunca mejor dicho -aunque me parece más adecuado "astronáutico"-, de estas excursiones, limita en gran medida las posibilidades de su desarrollo. Para el siguiente hito, la conquista de Marte, será necesario establecer bases permanentes en el Planeta Rojo, única forma de realizar misiones con un coste sostenible.  Incluso se habla de que los primeros visitantes al planeta vecino no podrán volver por sus propios medios, debiendo ser rescatados por expediciones posteriores, o debiendo producir ellos mismos el combustible para el viaje de vuelta, ya que sería prohibitivo, quizá incluso inviable en la práctica, un vehículo con capacidad para el viaje de ida y vuelta (otra solución sería enviar varias naves a la vez, o escalonadamente, pero también a un alto coste).

  Pero el establecimiento de bases permanentes y la síntesis de provisiones a partir de materias primas marcianas, no sería sino el embrión de una colonización efectiva, implicando, a la larga, la modificación -terraformación- del planeta.

  Por ello, una de las finalidades del despliegue de aparatos exploradores en la superficie del planeta rojo es la de aclarar de una vez por todas esa vieja incógnita sobre si existe vida en dicho planeta. Ya parece demostrada la presencia de agua, que se encontraría en estado líquido hace mucho tiempo y, por ende, la de una densa atmósfera que se ha ido degradando con el paso del tiempo hasta alcanzar los niveles residuales de la actualidad. Ello da pie a pensar que hubo las condiciones necesarias en un remoto pasado para que Marte albergara vida, pero se desconoce si llegó a desarrollarse. Pero la verdadera pregunta es: ¿existe vida en la actualidad?


  No podemos dejar de pensar que Marte es en la actualidad la fruta madura de la colonización espacial. Y dentro de pocas décadas estaremos en disposición de comenzar dicho proceso. Es una empresa cara y arriesgada, pero, en contra de los que opinan que sería un gasto inútil que no reportaría ningún beneficio (siempre pensando en la rentabilidad a corto plazo), tendría muchas ventajas. Si se consigue la terraformación del planeta, dispondríamos de un mundo para redistribuir los desequilibrios poblacionales, aprenderíamos de los errores cometidos en la Tierra, creando un mundo limpio, con energías renovables, y como avanzado banco de pruebas para la Ciencia y la Tecnología. Además, una vez firmemente asentada la colonia, podría llegar a constituir la tan deseada estación de tránsito para continuar la exploración del sistema solar y facilitar los futuros asentamientos en las lunas de Júpiter y más allá...

Uno de los proyectos para la exploración humana de Marte

  Pero para poder intervenir en el Planeta Marte, necesitamos saber si alguien  o algo vive allí,  si la  casa tiene dueño o no, y si la podemos ocupar en usufructo.

  Ahí entra la Astroética. Los pensadores de la era espacial nos alertan sobre los errores cometidos en el pasado, en el que la máquina colonizadora de los grandes imperios arrasó los distintos ecosistemas que encontraba a su paso, transfomándolos para su beneficio. Como ejemplo de ello, la conversión de espacios agrícolas africanos en grandes plantaciones de monocultivo para surtir de materias primas a la metrópoli. O la destrucción de grandes porciones de selva amazónica para dar lugar a carreteras, poblaciones y terrenos de cultivo. En el proceso, gran número de especies animales y vegetales se ven desposeídas de su nicho ecológico y perecen o se ven obligadas a desplazarse quedando en condiciones precarias. No es difícil imaginar que una modificación drástica de las condiciones de un planeta para acomodarlo a las necesidades humanas fulminaría de manera inmediata cualquier vestigio de vida autóctona en poco tiempo.


  Pero Marte es grande. No tan grande como la Tierra, pero quizá lo suficiente como para que puedan coexistir esas dos realidades: la autóctona, si es que la hay, y la exógena, si es lo suficientemente respetuosa con el entorno. En cualquier caso, este es el reto.


  Otros candidatos en el Sistema Solar como  hogar de vida autóctona, dadas sus condiciones, son:



Europa, satélite de Júpiter. Se dice que posee un océano líquido bajo la costra helada. Y que posee una fuente de calor interna. Ello genera unas condiciones que podrían tener cierta similitud con las profundidades de algunos océanos terrestres. En la obra “2010, Odisea dos”, Clarke propone precisamente esto, unos seres adaptados a las profundidaes viviendo en el fondo oceánico de Europa. Pero va más allá: para que esta vida pueda evolucionar hacia la inteligencia, deberá abandonar el océano y pasar a tierra firme, como ya ocurriera en nuestro planeta hace muchos millones de años. Pero no existen condiciones de "tierra firme" en Europa. Por ello los constructores de monolitos, esa raza alienígena que "adoptó" a David Bowman, provoca la explosión de Júpiter para convertirlo en un pequeño sol (Lucifer) que ilumine y alimente el proceso evolutivo en Europa, que, junto a sus hermanos, alcanza así el "status" planetario.


Titán, el mayor satélite de Saturno, posee una densa atmósfera de nitrógeno, metano y otros hidrocarburos. Se dice que es parecida a la de la Tierra de hace 4000 millones de años. ¿estará evolucionando Titán de la misma manera?


Encélado -satélite de Saturno-, al igual que Europa, posee un océano interior, e Io -luna de Júpiter- es un activo cuerpo celeste con un gran número de volcanes. Quizá no son unas condiciones muy atractivas para nosotros, pero ¿quién sabe?, quizá algo pueda vivir allí.


  En la mencionada obra de Clarke, "2010...", los "hijos de las estrellas" envían una advertencia, a través del supercomputador HAL 9000 en su última y más importante misión, a la Humanidad: "ALL THESE WORLDS ARE YOURS. EXCEPT EUROPA. ATTEMPT NO LANDING THERE"(Todos estos mundos son vuestros. Excepto Europa. No intentéis aterrizar allí).


Probablemente nosotros no recibamos ningun mensaje de este tipo (Aunque ya veremos qué ocurre cuando el submarino de la NASA llegue allí*). Seremos nosotros mismos los que debamos autolimitar nuestras ansias expansionistas si descubrimos que alguno de estos mundos alberga ese preciado bien que es la vida.

Y siempre nos quedarán esos otros mundos que, con algunos arreglillos, pueden llegar a ser acogedores: Calisto, Ganímedes, Ceres, La Luna...

Por cierto, el resto del mensaje también es muy “astroético”: “USE THEM TOGETHER. USE THEM IN PEACE”



*Exploration of Under-ice Regions with Ocean Profiling Agents: Este complicado acrónimo -que da nombre al mencionado submarino- consigue formar la palabra EUROPA, siguiendo la moda actual de crear siglas a partir del nombre deseado, en lugar de como se hacía tradicionalmente, creando nuevas expresiones a partir de las iniciales de las palabras que describían el objeto.

Significa algo así como Exploración de las regiones bajo el hielo con agentes de perfil oceánico. Bueno, creo que ha sido más dificil idear el acrónimo que el propio cacharro.

Albañiles robóticos construyen casas económicas en la Luna


2 comentarios:

  1. Qué interesante concepto este de la "astroética" que yo no conocía.
    A mí me parece lógico que a estar alturas de la humanidad nos planteemos la conquista de otros planetas o satélites; es la evolución lógica de las antiguas conquistas de continentes y paises, ¿no?
    Lo suyo, claro, es no olvidar lo aprendido de la experiencia.
    Yo confío en que así sería, pero ¿a lo mejor soy una ilusa?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que debemos ser ilusos en el sentido en que tú lo dices. Es la única forma de conseguir un futuro mejor. Este tema de la astroética, recientemente planteado por algunos científicos modernos, es mucho más importante de lo que parece. Y, de hecho, como explico en el artículo, creo que va a influir mucho en el futuro de la exploración espacial. ¡Gracias por estar ahí!

      Eliminar