"No teníamos nada previsto para esto. Nuestra tecnología actual no
nos permite enviar seres humanos a lugares del Sistema Solar tan distantes.
Sólo hemos conseguido llegar allí con pequeñas naves automáticas."
"Pero para esta misión necesitamos enviar al menos a una persona.
Un robot o una sonda no tripulada no servirían."
"La solución es una combinación de ambas proposiciones: Enviaremos
un hombre -o una mujer- dentro de una pequeña nave automática."
"Aunque esto les parecerá, quizá, imposible. Esas naves solo son
por dentro un amasijo de cables, circuitos e instrumentos científicos. No
pueden sostener las condiciones de vida durante un viaje tan largo.”
“Pero no será necesario: el viajero será introducido en la nave en
estado de hibernación.
“Será suficiente con disponer del espacio imprescindible para un
sarcófago de animación suspendida y poco más. Esta tecnología ha sido desarrollada
en secreto durante los últimos años en el Centro de Vuelos Tripulados, y ahora estamos
en disposición de ponerla en práctica ,
aunque todavía se encuentra en fase experimental. Aun así, no me cabe duda de
que encontraremos voluntarios dispuestos a intentarlo.”
"Una nave como la
Cassini, que llegó a Saturno en 2004, trás un viaje de casi siete
años, será la base de nuestro proyecto. Eliminaremos todos los instrumentos
científicos y aparatos de medición. Sólo contendrá lo necesario para la
navegación y las comunicaciones. Podremos dotarla de unos motores más potentes
y mayores depósitos de combustible, de manera que se reduzca sustancialmente la
duración del viaje, aunque esta, probablemente, no será menor de cuatro años.
La nave será guiada desde Tierra y cuando se acerque a su objetivo,
despertaremos al durmiente. Para él no habrá pasado el tiempo.”
UN SER HUMANO AL SISTEMA DE
SATURNO. OBJETIVO: DESCENSO EN REA
Vehículo CASSINI II. Sonda Cassini
adaptada para contener el soporte vital de un pasajero en un sarcófago de
hibernación durante un total de 9 años de viaje.
La fase de exploración constará
de un MÁXIMO DE 90 HORAS (capacidad máxima de los equipos de descenso y E.V.A.)
(Dos meses antes.)
INFORME TOP SECRET.
Una enigmática transmisión
captada por los radiotelescopios de la
Red de Espacio Profundo, DE CARACTER INDUDABLEMENTE
ARTIFICIAL, ha sido analizada y rastreada por los expertos llegando a las siguientes
conclusiones:
El origen de la transmisión es el
sistema de Saturno, concretamente el satélite Rea.
La transmisión podría ser la de
una especie de radiobaliza que indicara la ubicación de algo o alguien, y
representaría una señal de inteligencia extraterrestre. También podría ser un
aviso de peligro.
Se aconseja, por tanto,
investigar sobre el terreno. Pero como, probablemente, el encuentro implicaría
interacción con otros entes, se considera necesaria la presencia de un ser
humano.
(Cinco años después)
Adam Prince fue despertado de su inducido letargo cuando el pequeño
navío interplanetario arribaba a los dominios del gran padre Saturno, que, como
a cualquiera de sus hijos, amenazaba con devorarlo. Tras casi cinco años de
viaje, su despertar no iba a durar sino apenas cuatro días terrestres para
después, si todo salía bien, volver a arroparse en el gélido abrazo de la
animación suspendida.
Una vez abandonada la abierta crisálida, y moviéndose cuidadosamente en
el exiguo espacio del habitáculo, se atavió con su traje espacial y se dispuso
a salir al exterior. La pequeña nave no disponía de esclusa de aire dadas sus
pequeñas dimensiones y la consecuente escasez de espacio, pero ello no suponía
ninguna incomodidad ya que él era su único ocupante. Desalojó, por tanto, la
atmósfera del habitáculo y se dispuso a abrir la escotilla y salir al exterior.
El impresionante creciente de Saturno se mostró ante sus asombrados ojos como
un magnífico espectáculo que ningún ojo humano había contemplado hasta entonces
directamente. Incluso a más de quinientos mil kilómetros, la visión del gigante
anillado era grandiosa, siendo su diámetro aparente unas veinte veces el de la Luna vista desde la Tierra.
Una vez fuera, se dirigió, ayudándose de los asideros que se encontraban
alrededor del poliédrico cuerpo de la nave, hacia el costado opuesto de la
misma, donde se hallaba adosado el
pequeño módulo en el que realizaría el descenso a la superfice del
satélite.
Rhea es, en esencia, una pequeña
esfera rocosa helada, de unos mil
quinientos kilómetros de diámetro -menos de la mitad del de la Luna- y con una gravedad de
aproximadamente un sexto de la de aquella, es decir, curiosamente, la misma
proporción que entre las de la
Tierra y la
Luna, lo cual supone una treintaiseisava parte de la gravedad
terrestre.
Por ello, no era necesario un gran aparato para el viaje de ida y
vuelta a la superficie.
Se introdujo no sin dificultad en
la pequeña cabina y, tras desacoplar el módulo, encendió los motores, que, con
un leve impulso, iniciaron el descenso a la superficie de la helada Rea.
Qué emocionante...
ResponderEliminarY qué sensación de frío transmite el relato!
Bueno, gracias por tu comentario. Esto es otro de esos experimentos arriesgadillos...Ya me dirás qué te parece cuando avance la historia, aunque supongo que ya te habrás hecho una idea.
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