domingo, 11 de noviembre de 2012

El beso del príncipe (I parte)



  "No teníamos nada previsto para esto. Nuestra tecnología actual no nos permite enviar seres humanos a lugares del Sistema Solar tan distantes. Sólo hemos conseguido llegar allí con pequeñas naves automáticas."
  "Pero para esta misión necesitamos enviar al menos a una persona. Un robot o una sonda no tripulada no servirían."
  "La solución es una combinación de ambas proposiciones: Enviaremos un hombre -o una mujer- dentro de una pequeña nave automática."
  "Aunque esto les parecerá, quizá, imposible. Esas naves solo son por dentro un amasijo de cables, circuitos e instrumentos científicos. No pueden sostener las condiciones de vida durante un viaje tan largo.”
  “Pero no será necesario: el viajero será introducido en la nave en estado de hibernación.
  “Será suficiente con disponer del espacio imprescindible para un sarcófago de animación suspendida y poco más. Esta tecnología ha sido desarrollada en secreto durante los últimos años en el Centro de Vuelos Tripulados, y ahora estamos en disposición  de ponerla en práctica , aunque todavía se encuentra en fase experimental. Aun así, no me cabe duda de que encontraremos voluntarios dispuestos a intentarlo.”
  "Una nave como la Cassini, que llegó a Saturno en 2004, trás un viaje de casi siete años, será la base de nuestro proyecto. Eliminaremos todos los instrumentos científicos y aparatos de medición. Sólo contendrá lo necesario para la navegación y las comunicaciones. Podremos dotarla de unos motores más potentes y mayores depósitos de combustible, de manera que se reduzca sustancialmente la duración del viaje, aunque esta, probablemente, no será menor de cuatro años. La nave será guiada desde Tierra y cuando se acerque a su objetivo, despertaremos al durmiente. Para él no habrá pasado el tiempo.”


PERFIL DE LA MISIÓN:
UN SER HUMANO AL SISTEMA DE SATURNO. OBJETIVO: DESCENSO EN REA
Vehículo CASSINI II. Sonda Cassini adaptada para contener el soporte vital de un pasajero en un sarcófago de hibernación durante un total de 9 años de viaje.
La fase de exploración constará de un MÁXIMO DE 90 HORAS (capacidad máxima de los equipos de descenso y E.V.A.)

(Dos meses antes.)
INFORME TOP SECRET.
Una enigmática transmisión captada por los radiotelescopios de la Red de Espacio Profundo, DE CARACTER INDUDABLEMENTE ARTIFICIAL, ha sido analizada y rastreada por los expertos llegando a las siguientes conclusiones:
El origen de la transmisión es el sistema de Saturno, concretamente el satélite Rea.
La transmisión podría ser la de una especie de radiobaliza que indicara la ubicación de algo o alguien, y representaría una señal de inteligencia extraterrestre. También podría ser un aviso de peligro.
Se aconseja, por tanto, investigar sobre el terreno. Pero como, probablemente, el encuentro implicaría interacción con otros entes, se considera necesaria la presencia de un ser humano.  

(Cinco años después)
  Adam Prince fue despertado de su inducido letargo cuando el pequeño navío interplanetario arribaba a los dominios del gran padre Saturno, que, como a cualquiera de sus hijos, amenazaba con devorarlo. Tras casi cinco años de viaje, su despertar no iba a durar sino apenas cuatro días terrestres para después, si todo salía bien, volver a arroparse en el gélido abrazo de la animación suspendida.
  Una vez abandonada la abierta crisálida, y moviéndose cuidadosamente en el exiguo espacio del habitáculo, se atavió con su traje espacial y se dispuso a salir al exterior. La pequeña nave no disponía de esclusa de aire dadas sus pequeñas dimensiones y la consecuente escasez de espacio, pero ello no suponía ninguna incomodidad ya que él era su único ocupante. Desalojó, por tanto, la atmósfera del habitáculo y se dispuso a abrir la escotilla y salir al exterior. El impresionante creciente de Saturno se mostró ante sus asombrados ojos como un magnífico espectáculo que ningún ojo humano había contemplado hasta entonces directamente. Incluso a más de quinientos mil kilómetros, la visión del gigante anillado era grandiosa, siendo su diámetro aparente unas veinte veces el de la Luna vista desde la Tierra.


  Una vez fuera, se dirigió, ayudándose de los asideros que se encontraban alrededor del poliédrico cuerpo de la nave, hacia el costado opuesto de la misma, donde se hallaba adosado el  pequeño módulo en el que realizaría el descenso a la superfice del satélite.
Rhea es, en esencia, una pequeña esfera rocosa helada, de unos  mil quinientos kilómetros de diámetro -menos de la mitad del de la Luna- y con una gravedad de aproximadamente un sexto de la de aquella, es decir, curiosamente, la misma proporción que entre las de la Tierra y la Luna, lo cual supone una treintaiseisava parte de la gravedad terrestre.
  Por ello, no era necesario un gran aparato para el viaje de ida y vuelta  a la superficie.
Se introdujo no sin dificultad en la pequeña cabina y, tras desacoplar el módulo, encendió los motores, que, con un leve impulso, iniciaron el descenso a la superficie de la helada Rea.

continuará

2 comentarios:

  1. Qué emocionante...
    Y qué sensación de frío transmite el relato!

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    1. Bueno, gracias por tu comentario. Esto es otro de esos experimentos arriesgadillos...Ya me dirás qué te parece cuando avance la historia, aunque supongo que ya te habrás hecho una idea.

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