¿Se imaginan un diamante del tamaño del
planeta Tierra? ¿Incluso más grande?
Unos científicos
de la Universidad
de Yale (EE.UU.) anuncian que han descubierto un planeta rocoso compuesto de
grafito y diamante, más grande que la Tierra y extremadamente
caliente ya que, según los investigadores, su temperatura alcanza los 2.148
grados centígrados.
El planeta,
llamado 55 Cancri e, es uno de los cinco
que orbitan en torno a una estrella similar al Sol en la constelación de
Cáncer, a 40 años luz de la
Tierra, relativamente cerca, por lo que se puede ver a simple
vista ( la estrella, no el planeta).
"El planeta
parece estar compuesto principalmente de carbono, hierro, carburo de silicio,
y, posiblemente, algunos silicatos", apuntan los investigadores que
publicarán el estudio en la revista Astrophysical Journal Letters.
El estudio calcula
que al menos un tercio de la masa del planeta, equivalente a tres veces la masa
de la Tierra,
podría ser diamante (Leído en La Vanguardia.com/Ciencia).
Al parecer no es
la primera vez que se descubren diamantes al por mayor en el universo: Ya se
conocen otros planetas con características parecidas a 55 Cancri e, aunque este
es el primero que se encuentra orbitando una estrella similar al Sol, tan
cercano a la Tierra
y de un tamaño superior a esta. Hay también estrellas de carbono que podrían
contener un núcleo de diamante como consecuencia de la evolución estelar.
Incluso dicen los que entienden que nuestro propio sol, cuando se convierta en
una enana blanca, tendrá su propio diamante en el interior.
Pero ¿por qué ocurre esto? Pues porque
un diamante es, al fin y al cabo, carbono, carbono puro. Pero que ha sido
sometido a unas condiciones de presión y temperatura tales que han provocado
que adopte una especial estructura cristalina, y esto hace que tenga unas
cualidades especiales como el brillo (que se multiplica gracias al tallado) y
la dureza (lo que lo hace útil para ciertos usos industriales).
El carbono abunda
en la Naturaleza
y parece que no es difícil que se den las condiciones para su transformación en
diamante. De hecho, el planeta mencionado, al ser tan masivo y encontarse tan
cerca de su estrella parece que dispone en abundancia de los ingredientes
necesarios para ello: presión y temperatura.
Imágenes de diamantes en bruto. En algunos se aprecia la típica forma octaédrica
En la Tierra, los diamantes se
formaron en capas profundas del interior planetario y fueron arrastrados
posteriormente por erupciones internas de magma hasta capas más superficiales
donde son accesibles a la explotación por el hombre. Se cree que los diamantes se
conocen desde la antigüedad y siempre han resultado atractivos por sus formas y
su brillo.
El diamante y el
grafito son alótropos del carbono, es decir formas en que se aglutinan las
moléculas del elemento dando lugar a diferentes estructuras. Alguien pensará:
tan distintos y con un mismo origen; efectivamente, todo depende de la forma en
que se estructuran las moléculas y esto viene dado por las condiciones de
presión y temperatura como quedó dicho anteriormente.
¿Por qué siempre nos han atraído
los diamantes?
Un brillante -que
es como se llama al diamante tallado-
tiene 57 o 58 facetas, que son las caras o planos en que se va cortando
para darle su aspecto característico. La capacidad de reflejar la luz de su
estructura cristalina hace que sus destellos sean espectaculares.
El gran salto cualitativo de la industria del diamante tiene un hito fundamental. En 1948 algunas empresas de joyería acuñaron el famoso "Un diamante es para siempre" y a partir de ahí, gracias a una afortunada (y cíclica) campaña publicitaria, el diamante pasó de ser uno de esos lujos sólo al alcance de grandes fortunas (o hábiles ladrones) a ser uno de los objetos de deseo de las clases medias del primer mundo, con lo que se ensanchó el mercado de este artículo. El cine, siempre atento, ayudó a su popularización con cintas como Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany's, 1961 -¿hay alquien que no se quedara embobado ante el angelical rostro de Audrey?) o Diamantes para la eternidad (“Diamonds are Forever”, 1971. Una excusa con 007 de por medio para escribir en grandes letras, de nuevo, el sempiterno mensaje relativo a la durabilidad de estos pedruscos).
El gran salto cualitativo de la industria del diamante tiene un hito fundamental. En 1948 algunas empresas de joyería acuñaron el famoso "Un diamante es para siempre" y a partir de ahí, gracias a una afortunada (y cíclica) campaña publicitaria, el diamante pasó de ser uno de esos lujos sólo al alcance de grandes fortunas (o hábiles ladrones) a ser uno de los objetos de deseo de las clases medias del primer mundo, con lo que se ensanchó el mercado de este artículo. El cine, siempre atento, ayudó a su popularización con cintas como Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany's, 1961 -¿hay alquien que no se quedara embobado ante el angelical rostro de Audrey?) o Diamantes para la eternidad (“Diamonds are Forever”, 1971. Una excusa con 007 de por medio para escribir en grandes letras, de nuevo, el sempiterno mensaje relativo a la durabilidad de estos pedruscos).
Sin embargo, ingenieros que pensaron en su hipotético uso para estructuras que debían ser resistentes, dadas sus cualidades, pronto descubrieron sus puntos débiles ante los impactos y el calor. Su tenacidad –resistencia a los impactos- no es mejor que la de muchos materiales usados en ingenieria. Ello se debe a los planos de fractura, aprovechados por los talladores para “trocear” las piedras antes del tallado.
En cuanto a su
comportamiento ante el calor, es interesante recordar el experimento de Antoine de
Lavoisier , padre de la química moderna, que quiso descubrir la composición
del diamante a través del análisis de los gases producidos por su combustión. Él
presuponía, pues, que era posible quemar un diamante. Y lo hizo. Corría el año
1772 cuando convenció a sus compañeros científicos y realizó entre ellos una
colecta para poder comprar un diamante. Luego lo introdujo en un recipiente cerrado
y con ayuda de lentes concentró los rayos solares hasta conseguir una
temperatura de 800 grados, con lo que consiguió la combustión del pequeño
brillante. Resultado: CO2. O sea, el oxígeno del aire y el consabido
carbono. Personalmente pienso que solo quemaría una parte de la gema, pues
según otras fuentes, se han hecho experimentos en la actualidad con diamantes
industriales y tras 10 minutos de soplete a 2000º, se vaporiza solo parcialmente. Parece ser que
el británico Humphry Davy realizó un
experimento similar al de Lavoisier. En cualquier caso, en un incendio, es
probable que se perdieran los diamantes. Porque al fin y al cabo, el carbono,
entre sus cualidades, tiene la de ser un buen combustible.
Hay que decir, de
todas formas, que como todo artículo de lujo, como símbolo de riqueza, los diamantes
también han provocado mucho dolor. Y están sirviendo para financiar guerras
fratricidas en África (los conocidos como diamantes de sangre) aparte de la
condición de semiesclavitud que conlleva su explotación en ese tecnológicamente
atrasado continente.
Por otra parte, el
negocio de los diamantes, concentrado en unas pocas manos, funciona casi como
un monopolio que consigue mantener o elevar los precios de forma arbitraria, ya
que en la actualidad los diamantes podrían producirse de forma artificial y sería
difícil distinguirlos de los naturales. En un mundo más justo quizá los
diamantes no fueran fruto de la crueldad, la guerra, el odio y la avaricia.
Podrían fabricarse a bajo costo y serían baratos. Pero mientras sigan obteniéndose
por los medios tradicionales, serán escasos, costosos y seguirán engordando las
fortunas de unos pocos.
En el cielo con diamantes. Imagen de 2001, Odisea en el espacio
Por cierto, Arthur C. Clarke predijo en su obra 2061, Odisea 3 que el núcleo de Júpiter, de tamaño similar a la Tierra, podría estar formado, por un proceso similar al explicado al principio de este artículo, por un único y enorme diamante. Haciendo un sencillo cálculo se puede decir que sería un diamante de 29885 cuatrillones de quilates.
¿Para qué queremos más?
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¡Planetas de diamante! Parece cosa de cuento de hadas o similar. Qué curioso.
ResponderEliminarA mí no me atraen nada las joyas, pero un planeta relleno de diamantes me parece una preciosidad.
PD: me acabo de enterar de que hay una Odisea 3 :-(
Parece que los diamantes van a resultar lo más vulgar del Universo, dada su abundancia...Estaría bien porque así dejarían de ser objeto de la codicia. Seguirían siendo bonitos y tal, pero más baratos. A mi me atrae este tema porque demuestra lo pequeño que es el ser humano, que se emboba ante una pequeña joya y no es capaz de apreciar las maravillas del Universo y el conocimiento.
EliminarOdisea 3 es quizá la menos conocida de la saga y la que más se aleja de la trama inicial. Tampoco tuvo, en su época, mucha repercusión mediática. Yo me la encontré por casualidad en una librería de Madrid, sin haber tenido noticias previas acerca de ella.
No parece algo increíble de creer, ya que el carbono es parte del universo. Lo que no entiendo es cómo han podido saberlo con sólo ver su estrella.
ResponderEliminarEn un planeta así, será imposible la existencia de vida de cualquier tipo ¿no?
¿Podría darse el caso de confundir el planeta con una estrella, por su brillo o eso sí que sería un cuento chino?
Lo saben porque hacen estudios espectrográficos de la luz reflejada por el planeta. Cada elemento tiene su propia firma en el espectro de radiaciones. Por otra parte, no lo saben con certeza: son suposiciones o hipótesis con arreglo a las condiciones que se detectan en el planeta: masa, presión, composición, temperatura, etc. Por ejemplo: si descubren un planeta en el que predomina el hidrógeno, el metano, etc...sabrán que están ante un gigante gaseoso como Júpiter, Saturno, etc...porque esos elementos suelen encontarse en estado gaseoso en el Universo, y para que el planeta pueda reternerlo debe ser muy grande y tener mucha gravedad, ya que de lo contrario esos elementos escapararían al espacio. En fin, esto es un ejemplo muy resumido, pero para hacerse una idea...Hasta pronto.
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