domingo, 24 de junio de 2012

Comentarios. 2001, odisea espacial. VI. Una habitación sin vistas.

  Muchos de ustedes, aplicados seguidores del universo 2001, se habrán preguntado alguna vez cómo demonios pudo David Bowman meterse en aquella señorial habitación con cápsula y todo, al final de su desquiciante viaje a través de la Puerta de las Estrellas

  Como siempre, habrá que analizar dos puntos de vista antes de llegar a una conclusión. Si nos ceñimos a la película, la verdad es que poco se explica. Se nos queda la misma cara que a aquel muchacho de doce años que veía el film por primera vez. La escena es sorprendente, por supuesto. Quizá una excéntrica metáfora para dar a entender algo sobre la complejidad del universo o la complejidad de la mente de Stanley Kubrick, que era otro universo en sí misma (aunque el chaval no fuera capaz de expresarlo con esas palabras exactamente). En cualquier caso, utilizando la imaginación, se puede entender que aquella habitación sería como un área de descanso en un largo viaje por autopista. Efectivamente, allí Bowman podría tomarse un descanso, cambiarse de ropa -despojándose del traje EVA-, comer y dormir. Reponer fuerzas para continuar su viaje. Aunque ya no como David Bowman, sino como el Hijo de las Estrellas. Todo ello facilitado por sus anfitriones, los constructores del monolito, los que le han llevado a este viaje de ¿iniciación?

  En la novela queda todo mucho más explicado: Tras la  primera etapa de su viaje , Bowman reingresa en el espacio convencional, saliendo por otra stargate, aunque en este caso es una especie de nudo de comunicaciones que enlaza diversos recorridos: se trata de todo un planeta erizado de monolitos como el de Iapetus. A esto, en la novela, le llaman Gran Central, como la estación de Nueva York (Estados Unidos) que enlaza con diversas líneas que recorren todo aquel país. A continuación, vuelve a ser engullido por uno de los túneles para continuar su viaje. Posteriormente, emergiendo a otro cielo completamente desconocido en el que no se reconocen las familiares constelaciones a las que estamos acostumbrados, el exhausto viajero contempla las maravillas que pueblan ese nuevo firmamento: enjambres de estrellas, soles agonizantes, cegadoras luminarias de intensa luz azul. Finalmente, su pequeña cápsula es dirigida hacia un sol, hacia el cual se precipita para sorpresa de Bowman, y, sin ninguna molestia para él, es tragada por el bullente infierno de la superficie estelar para, a continuación, posarse suavemente en el interior de una... habitación. Pero Clarke, en la novela propone otro estilo: se trata de una suite de hotel, como la de cualquier buen hotel de cualquier gran ciudad norteamericana. Tiene todas las comodidades, pero Bowman pronto se da cuenta de que aquello no es más que  una especie de decorado erigido con la única intención de hacerle sentir cómodo. Los libros de las estanterias son falsos, el teléfono no tiene línea y las páginas de la guia telefónica están en blanco . Los programas que se ven en la televisión son grabaciones de algunos años atrás. Por cierto, en uno de los canales que Dave prueba, ve una escena de un telefilme en el que una pareja de amantes discuten en la suite de un hotel...exactamente igual a la que él ocupa en ese momento, con lo que descubre cuál es la fuente de inspiración de sus anfitriones para procurarle un recibimiento que le haga sentirse como en casa.
  Pero volviendo a la película, es evidente que Kubrick no se conformaba con una habitación de hotel standard. Él, para su película, quería algo más. Pero ¿qué?
  La solución no puede ser más acertada: Una lujosa habitación decorada al estilo Luis XVI.

  A mediados del siglo XVIII, en Francia, a la sazón faro de la cultura y el arte occidental, empieza a abrirse camino el  neoclasicismo en el arte y la cultura,  abandonándose los ya manidos y agotados conceptos del barroco y sus vástagos tardo barroco y rococó. En parte por el carácter alternante de los gustos artísticos, en parte por el cansancio de aquella explosión ornamentalista y recargada y en parte por el impulso de Luis XVI, que como monarca de su tiempo quería ser recordado, aparte de sus logros políticos, por un estilo artístico (fundamentalmente en el mobiliario y la decoración) que acompañase su reinado y lo distinguiera del anterior. (Recordemos que al Rococó, también se le llama estilo Luis XV). El Neoclasicismo se caracteriza, como cualquier estudiante de Secundaria sabe, por una revisitación de los clásicos grecolatinos, sobre todo en la arquitectura, lo que supone una defensa de lo racional y lo sobrio en contraposición a lo recargado y asimétrico del estilo imperante con anterioridad.

  El racionalismo, la sobriedad no exenta de lujo...probablemente por todo ello, Kubrick se decidió por este estilo para la escena culminante de su película. De modo que situó a Dave Bowman, tras su viaje estelar, en esa distinguida habitación, a la que dotó de una espectral iluminación desde abajo, que crea un ambiente aún más especial y aporta a la escena unas sombras y juegos de luces totalmente originales.
  Hay otra metáfora en esta, en principio, inocente elección de un estilo decorativo para la escena. Luis XVI fue el último rey de Francia, sucedido -y ejecutado- por la Revolución Francesa. Dave Bowman asiste a otro proceso: resume la evolución del ser humano hasta llegar al status de Hijo de las Estrellas. Él no sigue el lento camino de la evolución. Experimenta una revolución.

2 comentarios:

  1. Una vez más me quedo como Patty (Diphusa), leyendo tus magníficas explicaciones y meditaciones sobre una película que da tanto de si que parece infinita como el universo en el que se desarrolla.
    Te vuelvo a felicitar, como en las entradas anteriores, y a agradecer estas estupendas charlas.
    Como habría dicho Luis XVI, agitando con delicadeza un pañuelito de encaje, "c'est magnifique!"

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    1. Créeme que es fácil hacer buenos comentarios de obras tan geniales que dan todo de sí cuando sabes extraerles el jugo. No es mérito mío. Es de esos grandes maestros, Clarke y Kubrick, que tuvieron la entereza de plasmar todo ese complejo universo que bullía en sus cabezas en una obra "comprensible" y "cercana". Bueno, más o menos.

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