sábado, 14 de abril de 2012

Relatos de las colonias. Nimbus (III parte)

  II

  El camino comenzó a desvanecerse como si su vista se nublara, y todo a su alrededor pareció esfumarse gradualmente, siendo sustituido por un torbellino en el que se retorcían formas sinuosas parecidas a volutas de humo. Cortinas de materia iridiscente ondeaban ante sus ojos. Ya fuera del coche, sin atreverse a dar un  paso, Krause observó cómo ante él surgían burbujas de colores pálidos que se avivaban y estallaban. Parecían palpitar cada vez con más fuerza hasta desaparecer en una cascada de filamentos brillantes. Unos corpúsculos ovalados transitaban por entre la maraña que semejaba un fluido viscoso, citoplasmático, donde otros glóbulos más pequeños parecían ser abrazados y engullidos por informes masas de aspecto cartilaginoso. Rumores extraños, como sonidos deformados por la distancia, acompañaban la escena y, en el cielo, las estrellas parecían escapar a la vista trazando estelas fulgurantes. Una masa negra, compacta, que surgía de un punto indeterminado, aumentaba de tamaño con rapidez hasta cubrirlo todo. Y entonces, reinó la más negra oscuridad. Al palpar el aire ante él, Krause notó una sensación viscosa, como si estuviera rodeado de un magma incorpóreo e ingrávido.
  Sintió, más que oyó, una llamada. Dentro de su cabeza algo resonaba reclamando insistentemente su atención. Pasó de una irrupción en el umbral de lo consciente a algo como un cuerpo extraño que lo invadiera y lo poseyera, y de lo que él pretendía defenderse, en un frenesí de miedo y cólera, ante la inquisitiva presencia de unos inmateriales tentáculos que se introducían en lo más profundo de su mente, anhelando el contacto, sirviéndose de sus redes nerviosas, apropiándose a un tiempo, en instantes, de todo lo almacenado en ellas. Su resistencia, al fin, cedió, ante esa fuerza superior y entonces, escuchó:

- Has sido testigo de la potencia sin límites, has encontrado la desolación, has presenciado el fin de lo efímero. La destrucción selectiva, el holocausto de lo perecedero. Aunque no has sabido interpretarlo. Vosotros, seres débiles, efímeros, estáis sometidos a fuerzas que no sabéis comprender, estáis demasiado ceñidos por vuestro exiguo y condensado devenir. Quedaríais asombrados si pudierais intuir la complicada trama de dimensiones que forman el universo. Quedaríais sorprendidos si pudierais descubrir la intrincada trama de universos que forman el infinito. Pero, presos de vuestra propia dimensión, ni siquiera sentís miedo de las fuerzas que os cercan y, quizá, os desprecian por insignificantes. No teméis porque no sospecháis lo precario de vuestra situación. Pero el cerco que os rodea se hará un día palpable. La sentencia ha sido dictada como lo fue, en su día, para nosotros. Es solo, por tanto, una cuestión de tiempo, que el dictamen sea ejecutado también sobre este mundo. Y  ya el terror ha empezado a mostrarse. Ya ha asomado por sobre vuestro mezquino horizonte. Os veis envueltos en una lucha perdida de antemano, sin tener ni siquiera medios, no ya para defenderos, sino simplemente para detectar a vuestro enemigo. 
  Nosotros solo somos testigos de lo inevitable , y dar fe de ello es ya nuestra única misión. Conocemos el sufrimiento y sabemos que lo que ha de ocurrir es imparable, pues ya fuimos derrotados una vez.
  Y ahora, nuestra  fuerza es escasa. Nuestra movilidad, limitada. Nuestra condena consiste en permanecer atados a este mundo aun sabiendo lo cercano de su final.

  Krause levantó la vista, intentado adivinar de dónde procedía este flujo de comunicación. Intentó hablar y no pudo. Comprendió que no era necesario. Con su pensamiento ya estaba formulando preguntas:

- ¿Quién eres?, ¿dónde estás?...
- Solo soy un condenado, como ya dije antes. Soy uno de los que fueron derrotados. Constituimos los restos de un pueblo que fue grande un día, mucho tiempo atrás. Pero ahora solo somos un desecho del universo, unos exiliados en este islote del cosmos que, por azar, se ha convertido en la prisión donde agotamos los últimos días de nuestra existencia.
  Estoy aquí y no estoy. la presencia física no es, para nosotros, más que un concepto carente de valor práctico. Estoy aquí porque una de las dimensiones en que habitamos se cruza temporalmente con la tuya.
- ¿Eres humano?
- No en el estrecho sentido que vuestra raza antropomorfa concede a este término. Procedo de una humanidad, puesto que existen muchas; aunque nuestro actual estadio evolutivo hace que en nada nos parezcamos a vosotros.
  Krause intentó formular nuevas preguntas, pero el torrente de comunicación continuaba, eludiendo contestarlas:
  -Esta conversación no puede continuar por más tiempo. El contacto es precario y se debilita por momentos. Su única finalidad es ayudarte a comprender lo que has visto hoy, y ya creo haberte dicho suficiente...
  Como si esto último fuera una despedida, la voz comenzó a desvanecerse. Krause intentaba retener el contacto. Su mente emitía vertiginosamente, demandando respuesta a las preguntas que bullían en su cabeza. Como desde la lejanía, oyó la réplica a una de ellas. 
- El peligro a que os enfrentáis no tiene forma. No es algo comparable a nada que hayáis visto antes. Os jactáis, en vuestra ignorancia, de haber descubierto los secretos del cosmos. Pero esto es algo totalmente nuevo para vosotros. Es la culminación del ciclo evolutivo. La combinación de lo vivo y lo inerte. La simbiosis entre la inteligencia y la energía del propio universo.
CONTINUARÁ






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