miércoles, 18 de abril de 2012

El día que me abandonaron

  ...Y un día me abandonaron. Estoy ahora postrado, en este inhóspito lugar, que tan agradable fue antes, cuando estaba adornado con las sonrisas de todos ellos, con sus lamentos a veces, tan bien interpretados, tan llenos de esperanza.
  Ahora, sin embargo, todo está revuelto. El desorden de la habitación, de la casa, no es sino una prolongación del caos que reside en mi cabeza. Ocupo el tiempo intentando fijar los recuerdos. Plasmarlos en el diario que ya me parece casi inútil. Que paso días sin abrir. 
  Las paredes, empezando a resquebrajarse, parecen reclamar mi atención. Los papeles olvidados inundan los cajones. Los muebles, otrora risueños, me miran circunspectos, como forzosos compañeros de desdicha. La conciencia de mi soledad se torna a veces insoportable. Intento encontrar una salida, pero todo es un ciclo recurrente. Todo me devuelve a los recuerdos, a bucear en ellos, a vivir tan solo a través de ellos.
  Vago como un espectro olvidado por esta enorme casa, que parece rechazarme ya, harta de mi ubicua presencia. Cerrándose a mi alrededor un cerco de suciedad, abandono, desidia. A veces llego hasta una ventana y miro al exterior. Al grisáceo exterior cubierto de nubes, otoñal, sin colorido. Todas las imágenes que percibo reflejan mi interior, como un permanente recordatorio. 
  Paso días releyendo cartas. Como si quisiera aprenderlas de memoria. Y, sin embargo, me voy dando cuenta de que cada vez tienen menos sentido. Cada vez me parecen más borrosas las líneas, como si las palabras se fueran esfumando al tiempo que los recuerdos, ya desgastados de tanto repasarlos.
  Hace ya bastante tiempo que recibí la última visita. Me han ido abandonando poco a poco, pero eficazmente.



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Un gato llamado leyendas de Marte
Deambulo por una calle

2 comentarios:

  1. Pues si señor que está muy bien, me gustó todo, pero el comentario sobre 2001 tambien. Todo como un Arthur C. clarke

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  2. Me gusta mucho el ambiente, como del gótico americano. Ese hombre deambulando por la casa que se va deteriorando, aferrado a los recuerdos, que también se van deteriorando; la soledad, la opresión de la propia casa...
    Y la última frase, demoledora.

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